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El Estado Islámico los ha reivindicado.

El Terrorismo se reactiva en Europa: atentados han golpeado de manera simultánea.

No es posible explicar objetivamente esta fiebre asesina, ni siquiera juntando las múltiples motivaciones personales o de otro tipo, que están en las mentes de sus autores.

18 de agosto de 2017

En Barcelona ha sucedido, una vez más, el horror de una verdadera masacre. Otros atentados en Alemana, Finlandia y la propia España, han golpeado nuevamente y casi de manera simultánea.
Un recrudecimiento de la decisión mortífera del Estado Islámico que los ha reivindicado, y una demostración real de que subsiste y está dispuesto a continuar sus acciones violentas, ojalá con la mayor crueldad posible y de manera  indiscriminada, pues el objetivo es eliminar a quienes consideran “infieles”, cualquiera sean sus creencias, inclusive si son musulmanes.
Como es natural, han abundado los análisis tratando de encontrar alguna razón en la sinrazón. Todas pueden ser válidas, ya que no es posible explicar objetivamente esta fiebre asesina, ni siquiera juntando las múltiples motivaciones personales o de otro tipo, que están en las mentes de sus autores. Está claro que tratarlos a todos como enfermos, psicópatas, desquiciados criminales, inadaptados o cualquier otro tipo de anomalías, no explica por si sola su proliferación, persistencia e infinita decisión de matar a quien esté a su alcance. Sería un diagnóstico ciertamente limitado e incompleto, aunque sea acertado en gran medida. Tampoco el porqué ocurre en un país y no en otro. Algo falta en este análisis que no es posible medirlo únicamente según los parámetros de la civilización occidental, a la que atacan de preferencia. Baste consignar que muchos de los hechores ya son nacionales del algún país europeo, en segunda o tercera generación, y han sido formados por largo tiempo dentro de su sistema cultural, social y económico. Se han criado, educado, y vivido en regímenes democráticos, libres, tolerantes, y respetuosos del derecho y la convivencia ciudadana. Sin embargo, los combaten con ensañamiento, y están dispuestos a sacrificar sus propias vidas, con tal de destruirlo. Vale decir, en vez de convencerlos, lo aborrecen y quieren eliminarlo.
Entonces, debemos encontrar motivos adicionales, distintos, que permitan entender, en mayor medida, este fenómeno que se ha generalizado y es capaz de afectar a cualquier país, en cualquier momento, y sin motivo alguno. Hay que hacerlo desde el punto de vista de sus convicciones, y no bajo los principios occidentales, que no son capaces de dimensionarlo. Hay que considerar que el autodenominado Estado Islámico, no es un proyecto espontáneo, y ni siquiera actual. Ha prosperado varias veces en la historia. Nace de los movimientos Yihadistas islámicos que buscan la imposición y sumisión religiosa total, donde todo lo decide Alá. Son mucho más radicales, enteramente distintos de la religión musulmana normal, y a la que también combaten. La consideran igualmente indigna de existir, al igual que todas las demás creencias religiosas. Sólo aceptan a quienes profesan dicha radicalización, aplicando el Corán tal y como se hacía al momento de revelarse al Profeta, en el siglo VII, y sin variar ni una coma de su Texto ni en la aplicación práctica de la Sharía. Extractan párrafos de los Capítulos del Corán que les sirvan de mandato divino para eliminar los no creyentes. Si los leemos selectivamente, y no dentro del contexto, se pueden encontrar muchas sentencias donde Alá no tiene contemplaciones con quienes no lo aceptan. Constituyen su punto de apoyo inicial e inflexible.
Si tenemos este mandato que no permite tolerancia alguna, y lo sumamos a indi.vi.duos desencantados, enajenados, o dispuestos a buscar ser considerados en un mundo que los ignora, desprecia o discrimina, encontramos una variada gama de potenciales adeptos dispuestos a todo, y en gran medida, a vengarse de su pobre situación. Si además, añadimos la certeza de que eliminando la mayor cantidad de infieles, van directo al Paraíso, bendecidos y redimidos de todas sus faltas, donde pueden gozar, físicamente y no sólo de manera espiritual, de todos los placeres que esta sociedad los privó, podremos encontrar muchos adeptos para unirse a este Califato. Como paulatinamente han ido perdiendo el control de los territorios, en Siria e Irak, que dominaban hasta hace poco tiempo, y han sido derrotados y desplazados por la coalición occidental, ahora pueden volver a sus países de origen y actuar, causando el mayor daño posible y eliminar a todos quienes se interponen en sus propósitos. Actúen solos o siguiendo alguna orden específica, por desgracia, sus posibilidades de terrorismo son enormes, y no hay manera efectiva de anticipar o contrarrestar todos sus actos, sólo en algunos casos, y luego de un esfuerzo policial y de inteligencia, enorme y costoso. Lamentablemente, una nueva realidad terrible, y que ha vuelto a hacerse presente en estos días.

Por Samuel Fernández Illanes
Profesor de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales
UCEN, UNAB, UDLA, Academia Diplomática.

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