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Investigación socio-jurídica.

A propósito de la creatividad en la investigación socio-jurídica. «El Mercader de Venecia, de William Shakespeare».

«El arte trata, ni más ni menos, que de aquello que nos hace, por sobre todas las cosas, trascender. Que es, como pensaba Chaplin, lo verdaderamente importante».

1 de agosto de 2018

Recientemente, la abogada de la Universidad de Buenos Aires y Doctora en Sociología, Andrea L. Gastron, publicó un estudio acerca de los diversos caminos a través de los cuales el artista William Shakespeare impulsa hacia la creatividad en el desarrollo de nuevas ideas o relaciones diferentes en el contexto de la ciencia y las humanidades, teniendo en cuenta las numerosas limitaciones que todavía existen en el conocimiento de los mecanismos implicados en esta dinámica.

Al respecto, la autora señala en su artículo el hecho de que en diversos modos la obra shakespereana nos libera también de barrotes menos visibles que los de una cárcel, pero no menos ciertos, y nos ayuda a superar una realidad no siempre soportable. Así, sostiene que “la irrupción de Shakespeare en este momento de mi vida académica se dio casi de manera casual y coercitiva (y si no lo reconociera no estaría siendo del todo fiel a la verdad): fui prácticamente conminada a hacerlo para poder participar de un evento que tuvo por objeto el análisis de la obra del gran dramaturgo británico en relación con el derecho”.

En ese sentido, la académica destaca la importancia de la obra “El mercader de Venecia”, y es en ella en donde centra su exposición.

Sobre el particular, manifiesta que a partir de distintos personajes de la citada obra de Shakespeare, los sociólogos jurídicos abordan problemas culturales y sociales tales como los procesos de socialización y el cambio social (por ejemplo, en los roles claramente diferenciados entre varones y mujeres, y su confrontación con el mundo actual), los prejuicios étnicos o religiosos (el caso del judío Shylock y las relaciones que entabla con otros), la estratificación social (las diferencias entre Portia y Nerissa, entre Bassanio y Leonardo, etc.); o el nacimiento del capitalismo, y sus contradicciones con una forma de vida comunitaria pre-capitalista (en la contraposición Antonio-Shylock).

Así, en esas asociaciones entre la ficción y la realidad social, entre el arte y la ciencia, la creatividad viene de nuevo en nuestro auxilio.

A partir de esas ideas, la autora manifiesta que en los comportamientos y las intersubjetividades con significación jurídica no hay una única manera de llegar, sino muchas, y que la literatura puede ser una muy interesante manera de hacerlo.

Conforme a lo anterior, concluye el estudio señalando que la creatividad de los grandes artistas siempre ha inspirado a los hombres y mujeres de las ciencias y las humanidades, pero ha logrado mucho más que eso: ha permitido derribar barrotes e inventar libertades, aun contra cualquier resistencia, lo que excede claramente el ámbito académico; porque “el arte trata, ni más ni menos, que de aquello que nos hace, por sobre todas las cosas, trascender. Que es, como pensaba Chaplin, lo verdaderamente importante”.

 

 

Vea texto íntegro de la publicación.

 

 

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