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Escriben «¿De qué huyen los abogados cuando abandonan un estudio jurídico?»

Huyen de la falta de reconocimiento, en tanto que pueden llegar a considerar que su formación y experiencia no está bien recompensados, en forma de cargos, responsabilidades, derechos y/o remuneración, entre otros.

3 de agosto de 2018

En una publicación del medio español Confilegal se da a conocer el artículo “¿De qué huyen los abogados cuando abandonan un estudio jurídico?”, de Marisa Méndez, Consultora y profesora.
La autora señala que todavía recuerda las primeras salidas voluntarias de socios o de asociados seniors de grandes estudios jurídicos hace veinte años. Quienes tomaban la decisión de salir para incorporarse a otra oficina de abogados o lanzar la propia se encontraban con expresiones de sorpresa de sus colegas o jefes que no comprendían como tomaban ese riesgo de dejar la seguridad del estudio jurídico y las expectativas de retirarse en él. Se vivían como verdaderas traiciones.
Ahora, continúa, nos hemos acostumbrado a esta realidad y casi cuesta “colocar” en los medios noticias de fichajes, por muy senior que sea el abogado o socio fichado.
Y, agrega que también nos hemos ido acostumbrado a los “spin offs” (secuelas) de socios jóvenes o de abogados seniors.

Abandonar la oficina de abogados, algo cada vez más frecuente

Luego la autora reflexionar en este artículo sobre las salidas “más dolorosas” para las firmas, que son aquellas que implican a un socio con responsabilidad sobre un área o departamento o de aquellos asociados que ya se encontraban en “la sala de espera” para acceder a la sociatura.
La académica ha seguido las declaraciones públicas que indican que la principal razón de la salida es la ilusión de lanzar su propio proyecto o el de volver a las raíces de la práctica profesional con oficinas más pequeñas y mayor contacto con el cliente.
Y cree vislumbrar en muchos casos una huida hacia delante.

Entonces, ¿de qué huyen?

-Huyen del exceso de burocracia interna, que puede llegar a ralentizar la carrera profesional de su equipo o la suya propia y limitar la independencia y flexibilidad para aceptar determinados asuntos y/o clientes.

-Huyen de los conflictos de interés que les impiden aceptar determinados clientes o asuntos que para su área serían muy interesantes y motivadores pero que no estarían alineados con la estrategia de la firma.

-Huyen de las exigencias de la estructura a nivel comercial, de gestión interna o de alcance de presupuestos. En ocasiones, a esta presión se suma la certeza de que carecen de los recursos internos o de las habilidades para llega a los resultados solicitados.

-Huyen de la falta de conciliación y flexibilidad, que afecta a sus vidas personales y a sus sueños más allá de la oficina.

-Huyen de la falta de reconocimiento, en tanto que pueden llegar a considerar que su formación y experiencia no está bien recompensados, en forma de cargos, responsabilidades, derechos y/o remuneración.

La autora se hace enseguida la siguiente pregunta: ¿Logran en sus nuevas firmas calmar esos impulsos de huida?
Y también a su parecer sería relevante preguntar si identifican en sus nuevos equipos sensaciones similares a las que ellos sintieron.

 

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