En una reciente publicación de Libertad  y Desarrollo (LyD) se da a conocer el artículo “¿Malestar en Chile? Qué dicen las principales encuestas”.
Sostiene que durante los últimos años, diversos analistas de la izquierda chilena han desconocido y menospreciado los avances conseguidos por nuestra sociedad en términos del aumento en los ingresos, la reducción de la pobreza, el mayor acceso a educación superior o la alta movilidad social, entre otros. Y, en cambio, han planteado que el sentimiento que primaría en nuestro país es el de descontento debido a los desafíos pendientes en materia social y la persistente desigualdad.
Prueba de ello habrían sido las masivas movilizaciones estudiantiles ocurridas en 2011 que, en lugar de reflejar problemáticas puntuales, habrían sido la proyección de un malestar mucho más profundo con el modelo político, social y económico. Ello explica que, como respuesta al aparente malestar, surgieran en el espectro político una serie de opciones radicales que plantearon que el modelo chileno estaba agotado y que la única forma de dejar atrás el descontento era con reformas profundas que derribaran sus cimientos y permitieran establecer un nuevo orden social.
Dicho relato, asegura LyD, fue parte tanto de la segunda administración de la Presidenta Bachelet, como de la “nueva” izquierda encabezada por ex líderes estudiantiles. Pero en paralelo hubo también voces más prudentes que matizaron el diagnóstico y adjudicaron el descontento más bien a ciertos temores e incertidumbres propias de toda sociedad moderna, la que, en lugar de abogar por otro modelo, buscaría su perfeccionamiento que le permitiera poder acceder así a más de sus bondades.
Pues bien, afirma, tras conocerse los resultados de dos estudios de opinión de reconocido prestigio como la encuesta Bicentenario UC y del Centro de Estudios Públicos (CEP), hay antecedentes para sostener que el descontento como un fenómeno generalizado no sería tal.
De hecho, añade LyD, la caída de las expectativas sobre el rumbo del país precisamente cuando el anterior Gobierno intentaba impulsar sus reformas más radicales para transformar el modelo chileno, serían un indicio de que la interpretación correcta no es la del malestar generalizado, sino más bien la más prudente.

QUÉ NOS DICEN LAS PRINCIPALES ENCUESTAS NACIONALES

LyD recuerda que en octubre y noviembre del presente se realizó una nueva versión del Estudio de Opinión Pública del CEP, que incorporó preguntas respecto al bienestar subjetivo de la población.  Esta muestra que las respuestas ante la pregunta relativa al nivel de felicidad con la vida, de donde se desprende que en los últimos 20 años, la sensación ha sido cada vez más positiva. Hoy un 26% de los consultados se reconoce muy feliz y un 53% bastante feliz (10 puntos más que en 1998 y 21 más que en 2008).
De igual forma, la encuesta Bicentenario UC muestra una percepción de mejora sostenida en comparación con la situación vivida por los propios padres en diversos aspectos, como son el nivel de ingresos, el trabajo y la casa, entre otros. Ello da cuenta que la movilidad social reportada por diversas fuentes, se corresponde también con las percepciones de bienestar subjetivo que recoge este tipo de encuestas.
Ahora bien, arguye, mientras la percepción de bienestar personal presenta una evolución positiva y creciente en el tiempo, hay otros indicadores proporcionados por estas mismas encuestas, que dan cuenta de una mayor inestabilidad durante el último tiempo. Se muestra que desde el año 2013 se produjo una fuerte caída en el porcentaje de personas que perciben que el país está progresando, y en cambio, un alza en quienes sostienen que está en decadencia o estancado. En el presente año, sin embargo, dicha tendencia parece revertirse, y por primera vez en los últimos años se registra un alza significativa en el optimismo respecto al rumbo que está llevando el país.
Llama la atención, dice LyD, que el empeoramiento en la percepción respecto a la situación general del país coincida precisamente con los años en que el Gobierno anterior intentó llevar a cabo una serie de reformas en diversos ámbitos como el laboral, educacional e incluso constitucional, que buscaban derribar el modelo de desarrollo seguido por nuestro país en las últimas décadas.
Pues, puntualiza, si nos atenemos a la tesis de malestar generalizado, que planteaba el agotamiento del modelo chileno, entonces lo esperable hubiese sido que el ánimo reformista se tradujera en un aumento en el optimismo de los chilenos. Y más aún, que la impugnación al modelo bajo la forma de pesimismo se incrementase en una administración de centroderecha como la actual.
No obstante, los resultados de la encuesta CEP muestran lo contrario, poniendo en duda dicha tesis: mientras durante la administración pasada de Bachelet el pesimismo se acrecentó y la percepción de país “en decadencia” alcanzó su peak, el clima actual parece indicar un regreso del optimismo.

WORLD HAPPINESS REPORT: COMPARACIÓN INTERNACIONAL

Luego, LyD da cuenta que además de lo que reportan las encuestas a nivel nacional, el World Happiness Report es un esfuerzo que permite realizar una comparación internacional de la felicidad entre más de 150 países, que se construye a partir de la pregunta: “Imagine una escalera con 10 peldaños, donde el décimo representa la mejor vida posible y el primero, la peor. ¿En qué peldaño de la escalera diría usted que se encuentra en este momento?”.  Se ve la evolución experimentada por nuestro país en este índice de felicidad. A lo largo del período nos hemos mantenido en torno a los 6,6 puntos, mientras que -para tener una referencia- los países que suelen liderar el ranking obtienen del orden de 7,6 puntos (de un máximo de 10).
Una vez más, asegura, contrario a la tesis pesimista sobre el malestar generalizado, este índice de bienestar subjetivo muestra a nuestro país consistentemente dentro de los 30 primeros puestos, entre países como Reino Unido, México y Francia, y por sobre España. En la versión más reciente del informe (marzo de 2018), que utiliza datos recogidos entre los años 2015 y 2017, Chile se ubicó en el puesto 25° entre 156 países. Éste, sin embargo, muestra también que durante los últimos años Chile experimentó un leve retroceso en su percepción de felicidad, lo que de hecho podríamos relacionar con lo que reporta la encuesta CEP en cuanto al empeoramiento de la percepción sobre el rumbo del país.
LyD concluye que de esta forma, vemos que los estudios de opinión que miden bienestar subjetivo y percepción respecto al rumbo del país, no parecen sostener la tesis de malestar generalizado que se levantó junto con las movilizaciones sociales y que se utilizó para justificar diversas propuestas radicales de reforma al modelo de desarrollo que ha seguido Chile en las últimas décadas. Por el contrario, nuestro país exhibe un alto grado de satisfacción de la población, incluso en comparación con otros países del mundo, lo que es consistente con lo que muestran diversos indicadores en cuanto a los avances en ingresos, acceso a educación, movilidad, etc. Adicionalmente, argumenta, si esta tesis pesimista fuese correcta, entonces lo esperable hubiese sido que el ánimo reformista del Gobierno anterior se tradujera en un aumento en el optimismo de los chilenos, y que el regreso de un Gobierno de centroderecha revirtiera dicha tendencia. No obstante, nada de ello parece haber ocurrido, sino precisamente lo contrario.

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