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Flat tax : ¿una opción imposible?

Con el flat tax se paga sobre lo que se gana. Y los más ricos, sin abogados y asesores diseñando artilugios para eludir, pagarían mucho más.

29 de marzo de 2019

En una reciente publicación del Centro de Estudios Públicos (CEP) se da a conocer el artículo “Flat tax : ¿una opción imposible?”, del investigador Leonidas Montes.
Relata que los impuestos son un tema relevante y conflictivo. Basta recordar su importancia en la Revolución Francesa y americana en el siglo XVIII, cuando el Estado se financiaba con impuestos al comercio. Aduanas tenía mucho poder. Pero el impuesto a la renta es una política moderna. En su provocativa polémica sobre la voluntariedad fiscal, Peter Sloterdijk nos recuerda que cuando se impuso el impuesto sobre la renta en Inglaterra, con una tasa del 5%, la reina Victoria se preocupó porque la tasa del 5% podía superar los límites de lo aceptable. Y solo recién después de la Primera Guerra Mundial aparecen los impuestos progresivos al ingreso. Es más, el IVA, un impuesto eficiente y de fácil recaudación, que representa cerca del 50% de lo recaudado en Chile, surge en la segunda mitad del siglo XX.
A continuación, afirma que esta breve historia nos muestra que los impuestos, tal como los entendemos hoy, son un fenómeno contemporáneo. Actualmente nadie duda sobre la necesidad de financiar a nuestro Leviatán. Y la respuesta al "por qué recaudar" es moralmente tan nítida como evidente: financiar bienes públicos y políticas sociales focalizadas para los más necesitados. Los impuestos tienen un sentido moral.
Luego, afirma que nuestro debate local sobre los impuestos ha estado limitado a lo contingente. Y la razón es simple: hay dos bandos, uno que pretende defender la reforma de Bachelet, y otro que busca reformarla o modernizarla. Los dimes y diretes durante más de un año de diálogo y discusiones son el mejor ejemplo de esta situación. Incluso se ha amenazado con la posibilidad de no legislar. La discusión ya no es tan técnica ni social, sino política (bienvenidos al mundo del public choice).
La reforma de Bachelet, añade, aprobada con demasiada premura y poca reflexión, genera tensión. Por cierto algunos acusan al exministro Alberto Arenas, y otros, a la cocina de la derecha. Aunque la reforma generó un enredo y no contribuyó a incentivar la inversión y el ahorro, esta es solo otro ejemplo de las consecuencias no intencionadas que tanto nos gustan a los economistas. Es propio de la izquierda querer hacer el bien. Pero muchas veces los resultados logran justo lo contrario. En palabras simples, algunas políticas de izquierda pretenden favorecer a los pobres, pero terminan beneficiando a los más ricos. La historia está saturada de ejemplos y tengo la impresión de que la reforma tributaria fue otro ejemplo.
Ahora bien, indica, en relación con "cómo recaudar", nuestro debate tributario ha estado tan tensionado por los dos bandos que no se ha escuchado hablar del flat tax o alguna forma de impuesto plano. Vuelvo a abogar por esta simple, justa y eficiente solución. Un impuesto plano a los ingresos, que incluya una exención a los de menores ingresos, tiene muchos beneficios. Sería muy fácil pagar y recaudar, no se gastaría dinero en asesores tributarios, ni se perdería el tiempo llenando complejos formularios integrados o no integrados. Claramente, un impuesto plano no sería del agrado de los auditores, abogados y asesores tributarios. Tampoco del Colegio de Contadores. Y para qué hablar de la Asociación Nacional de Funcionarios de Impuestos Internos de Chile. Pero todo se simplificaría, existiría certidumbre y se acabaría la evasión y la elusión. No habría necesidad de ninguna ingeniosa iniciativa fiscalizadora. Tampoco de nuevas normas antielusión que siembran incertidumbre y pueden conducir a la discrecionalidad. Con el flat tax se paga sobre lo que se gana. Y los más ricos, sin abogados y asesores diseñando artilugios para eludir, pagarían mucho más.
Por último, expone que varios países han implementado algún mecanismo de este tipo para recaudar. Estonia fue pionero en disponer un tributo fijo sobre los ingresos del 26% en 1994. Le han seguido otros países de Europa del Este, incluyendo a Rusia, que en 2001 acordó un impuesto al ingreso personal del 13%.Y para los nostálgicos del Unasur, hasta Bolivia tiene un esquema de flat tax . ¿Por qué en Chile, enfrascados en una discusión de dos bandos, no nos atrevemos siquiera a discutir esta alternativa? Finalmente, ¿por qué no pensamos ni hablamos de un impuesto negativo que fuera directo a los más necesitados?

 

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