El tribunal tailandés de Koh Samui ha impuesto a Daniel Sanchola condena de “cadena perpetua” al considerarle culpable del asesinato premeditado de Edwin Arrieta, aunque ha desestimado la imposición de la pena capital por haber colaborado el acusado en la investigación de los hechos.
Esta noticia me da pie para escribir esta columna sobre cómo ha abordado la cinematografía la ejecución de la pena de muerte en las muchas películas que se han rodado al respecto.
PLANTEAMIENTO
Aunque la tendencia de abolir la pena de muerte se ha generalizado, especialmente desde la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, a la hora de castigar el crimen, sobre todo aquel de naturaleza más grave, la pena máxima en muchos países, entre ellos Tailandia, sigue siendo la pena capital.
Este castigo se lleva a cabo por diversos métodos, desterrados ya aquellos, salvo contadas excepciones, más inhumanos, crueles y degradantes como el ahorcamiento, la crucifixión, la decapitación, la lapidación, la hoguera, el empalamiento, etcétera.
Los métodos más utilizados, hoy en día, en los países que mantienen la pena capital en sus ordenamientos jurídicos son: la asfixia con gas (hipoxia nitrogenada), la electrocución y la inyección letal.
Como no podía ser de otra manera, el cine también ha explorado la temática de la pena capital de forma abundante, ofreciendo distintas perspectivas sobre la problemática que siempre ha rodeado a esta pena.
Por lo que se refiere a los métodos de su ejecución, hemos visto en el Cine algunos como el de la crucifixión, en la película “La Pasión de Cristo” (Mel Gibson, 2004), el de la hoguera, en la película “El proceso de Juana de Arco” (Robert Bresson, 1962) el de la horca, en la película “El juez de la horca” (John Huston, 1972)), el de la guillotina, en la película “Un asunto de mujeres” (Claude Chabrol, 1988), el del fusilamiento, en las películas españolas “Memorias del general Escobar” (José Luis Madrid, 1984) y “Las 13 rosas” (Emilio Martínez Lázaro, 2007), aunque los métodos sobre los que más ha abundado la cinematografía, sin duda, han sido el de la silla eléctrica, el de la cámara de gas y el de la inyección letal y, por lo que se refiere España el método del garrote vil.
REFERENCIAS CINEMATOGRÁFICAS CONCRETAS A LOS METODOS DE EJECUCIÓN DE LA PENA DE MUERTE
El método de la silla eléctrica
Como película de referencia “La milla verde” (Frank Darabont, 1999), que cuenta la historia de un grupo de condenados y de sus guardianes, del día a día en el corredor de la muerte esperando la ejecución.
“La Milla Verde” es la denominación que recibe el pasillo de mosaico verde que separa las celdas de los presos condenados a la silla eléctrica. Muchos son los que hacen un viaje de ida por ese angustioso pasillo, pero nunca más regresan a él.
Una persona recorre diariamente ese pasillo, su nombre es Paul Edgecomb (Tom Hanks), que es el guardián jefe del corredor de la muerte, que acompaña a los condenados cuando les llega la hora.
Muchos son los presos que ha acompañado por ese arduo pasillo, pero ninguno comparable a John Coffey (Michael Clarke), un enorme preso negro acusado de asesinar brutalmente a dos hermanas de tan solo nueve años.
El método de la cámara de gas
Como película de referencia “Quiero vivir” (Robert Wise, 1958). Este método de ejecución consiste en encerrar al condenado en una cámara herméticamente sellada y aplicarle un gas letal, normalmente el gas cianhídrico, que produce efectos mortales al ser inhalado.
El gas destruye la capacidad del cuerpo para procesar la hemoglobina de la sangre y ello provoca la muerte por envenenamiento en pocos minutos.
El uso de la cámara de gas se popularizó durante la Segunda Guerra Mundial por los nazis en sus campos de exterminio, cuando se utilizó este sistema para la eliminación masiva de judíos, gitanos, comunistas y otras minorías.
La película “Quiero vivir” es considerada un magistral alegato contra la pena capital, porque la hacen real, la muestran cercana, la desmenuzan hasta el detalle, porque las imágenes del teléfono negro esperando a que suene o la minuciosa preparación de la cámara de gas, sólo pueden considerarse como magistrales.
Su peculiaridad radica en que la condenada a muerte es una mujer que se mueve por los bajos fondos, que se relaciona con drogadictos y delincuentes.
Bárbara Graham (Susan Hayward) se ve envuelta en un asesinato, a cuya condena contribuyeron factores tales como: la acusación de sus cómplices, la actuación de los medios de comunicación, la presión de la opinión pública, los prejuicios sobre las mujeres de esa época, sus antecedentes penales, además de la confesión forzada dada a la policía.
El método de la inyección letal
Como película de referencia “Pena de muerte” (Tim Robbins, 1995). La muerte por inyección letal puede considerarse como la moderna ejecución por veneno.
La primera inyección letal fue administrada a Charles Brooks el 7 de diciembre de 1892 en el Estado de Texas, a la que luego siguieron otras tantas, siendo el sistema de ejecución más utilizado en Estados Unidos. La inyección letal consiste en la aplicación intravenosa de sustancias químicas, que producen la muerte por paro cardíaco.
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La película “Pena de muerte” está basada en un hecho real que es el de las vivencias de la hermana Helen Prevean (Susan Sarandon) en el corredor de la muerte de Nueva Orleans con Mattew Poncelet (Sean Penn) condenado a muerte en Louisiana por el asesinato de dos adolescentes, aunque él afirma no haberlo cometido.
La hermana Helen Prejean a falta de una semana para la ejecución del reo, intentará por todos los medios que éste obtenga la absolución, con la ayuda de un abogado amigo suyo, aunque no consigue que Mattew sea absuelto, y es a falta de unas horas para su ejecución cuando éste le confiesa, que sí que ha cometido los crímenes de los que le acusan, pero que se arrepiente de ello, y quiere llegar a la muerte en paz consigo mismo.
El método español del garrote vil
No podemos terminar esta breve columna sin hacer referencia al método de ejecución de la pena de muerte utilizado en España desde el año 1832 hasta la abolición de esta pena capital, como fue el denominado método del garrote vil, como película de referencia, la brillante comedia “El verdugo” (Luis García Berlanga, 1963), que es uno de los mejores alegatos contra la pena de muerte jamás visto en una pantalla de cine, donde cabe destacar esa memorable escena final donde el verdugo es llevado a rastras al garrote vil, como si fuese él el condenado.
Película cruelmente divertida, paradigma del humor negro español, narra cómo un empleado de funeraria, José Luis (Nino Manfredi), que planifica emigrar a Alemania para encontrar trabajo es sorprendido en la intimidad con su novia Carmen (Emma Penella) por Amadeo (José Isbert), padre de Carmen, cuya profesión es la de verdugo, obligándoles a casarse.
Ante la acuciante falta de medios económicos de los recién casados, Amadeo, que está a punto de jubilarse, trata de persuadir a José Luis para que solicite la plaza que él va a dejar vacante –la de verdugo–, lo que le daría derecho a una vivienda.
José Luis acaba aceptando la propuesta de su suegro con el convencimiento de que jamás se presentará la ocasión de ejercer tan ignominioso oficio.
Esta película que es, probablemente, la mejor comedia española de todos los tiempos, trata el tema de la pena de muerte desde el punto de vista del verdugo, situación que no suele producirse en este tipo de películas en las que el protagonista suele ser siempre el condenado.
Javier Nistal Burón es Jurista del Cuerpo Superior de Instituciones Penitenciarias. Ha sido director general de Ejecución Penal y Reinserción Social de Instituciones Penitenciarias.