Artículos de Opinión

¿Cómo reconocer a un Neoconstitucionalista? Episodio – 1: El Jurista de la Mesa Verde.

Como certeramente relata García Amado (en un trabajo publicado en el Anuario de Filosofía del Derecho XIV) el Movimiento del Derecho Libre fue acusado de querer disolver el principio de legalidad, de propugnar un incontrolado activismo judicial y de bregar por el desvanecimiento de la seguridad jurídica.

Como recientemente anunciamos en el último episodio de esta saga –“¿Cómo reconocer a un Neoconstitucionalista? Orígenes”– en esta y próximas columnas nos dedicaremos a evidenciar las eventuales similitudes entre el Movimiento del Derecho Libre y el Neoconstitucionalismo. Y para ello, resulta imprescindible enunciar los principales perfiles de aquél movimiento. A ello destinaremos este Episodio – 1, titulado El Jurista de la Mesa Verde.
A finales del siglo IX y principios del siglo XX, surgió en Alemania una fuerte oposición al positivismo dominante. Esta corriente -que se suele agrupar bajo la rúbrica de Movimiento del Derecho Libre (Freirechtsbewegung)– emerge principalmente como una reacción práctica contra el método de interpretación positivista ampliamente difundido, que fue objeto de censura por ser considerado una jurisprudencia conceptual y constructiva (la jurisprudencia de conceptos) ajena a la vida, un culto a la letra de la ley: un fetichismo legal. Se criticaba, tanto su concepción ideal del juez, como la construcción de una Ciencia Jurídica (y del jurista) teñida por la pretensión de erigirse como un sistema completo, capaz de resolver cualquier controversia a partir de las normas predefinidas por el derecho positivo vigente. Abundante en ironías –pero no por aquello menos precisa– la retórica del Derecho Libre caracterizó al juez modelo de la época como un autómata.
Como certeramente relata García Amado (en un trabajo publicado en el Anuario de Filosofía del Derecho XIV) el Movimiento del Derecho Libre fue acusado de querer disolver el principio de legalidad, de propugnar un incontrolado activismo judicial  y de bregar por el desvanecimiento de la seguridad jurídica. “Pecados” que en los anales del siglo XXI se imputarán también a prestigiosas y difundidas variantes ideológicas y metodológicas del paradigma (neo) constitucionalista.
En perspectiva histórica, una conferencia pronunciada por Eugen Ehrlich, el 4 de marzo de 1903 en Viena, constituiría el punto de partida del Movimiento del Derecho Libre. Contendría la base de aquellas ideas que posteriormente fueron desarrolladas por los juristas del Freirechtsbewegung. Postulados que comparten una génesis de talante crítico y rupturista, pero que tienden a divergir en su faceta propositiva, la que en algunos casos incluso se omite Con todo, el listado de los responsables de su bibliografía representativa quedaría incompleto sin incluir a Ernst Fuchs, Oskar Bülow y Herman Kantorowicz, conocido también bajo un seudónimo no escogido al azar: Gneus Flavius, quien siendo escriba del sistematizador de las Acciones de la Ley romanas – tradicionalmente conocidas sólo por el Colegio de Pontífices- las sustrajo y posteriormente puso a disposición del pueblo.
Desde sus albores, la faceta crítica del Freirechtsbewegung al momento de referirse a la Ciencia del Derecho, combinó ingenio, ironía y un cierto tono beligerante.  Al jurista modelo de la época –por ejemplo– Fuchs lo caracteriza como el criado a quien en invierno se ordena que encienda diariamente la calefacción y que en verano sigue encendiéndola porque no se le ha revocado el mandato o con un cocinero que siempre utiliza recetas acabadas, maquinalmente, cuando, más bien, debería dar su toque, su orientación a los casos difíciles.
Sin embargo, la descripción más famosa del prototipo de jurista cuestionado por el Freirechtsbewegung resulta ser la de Kantorowicz en La Lucha por la Ciencia del Derecho, obra que en el primer párrafo de su Introducción contiene la conocida alegoría del Jurista de la mesa Verde: “un alto funcionario estatal, con formación académica, que se sienta en su celda, armado tan solo de una máquina de pensar, aunque, ciertamente, muy refinada. En esta celda se halla sólo una mesa verde sobre la cual está delante de él un código del Estado. Se le entrega un caso cualquiera, real o ficticio, y en cumplimiento de su deber, con ayuda de operaciones puramente lógicas y de una técnica secreta sólo por él conocida, es capaz de demostrar, con absoluta exactitud, la decisión predeterminada por el legislador en el código”. Mayor elocuencia, resulta imposible.
A las estrategias y medidas que propone el Movimiento del Derecho Libre para eliminar a los juristas de las mesas verdes, dedicaremos nuestras próximas columnas.

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