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martes 13 de mayo de 2025

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Consumo sostenible y desafíos en protección al consumidor.

El consumo responsable es clave para proteger el medio ambiente; cada elección que hacemos como consumidores tiene un impacto directo en la salud del planeta.

¿Cómo podemos avanzar hacia una mejor protección al consumidor?

Son muchas las temáticas que podrían apuntarse en una mirada actual del consumo, pero pareciera que hay una que es insoslayable: el cuidado del medio ambiente y el impacto que tienen en la biodiversidad los simples y cotidianos actos de consumo.

La última década se ha registrado como la más cálida, y los graves cambios meteorológicos extremos se están convirtiendo en algo habitual en muchos países, afectando significativamente las vidas de personas.

Cobra importancia llamar la atención sobre la necesidad de efectuar cambios fundamentales en nuestra forma de comer, de viajar, de consumir energía en nuestros hogares, y en la elección de los productos y servicios que compramos y utilizamos. El número de consumidores digitales ha crecido a un ritmo sin precedentes, y el comercio electrónico se ha convertido en un pilar fundamental de la sociedad (por razones de comodidad, accesibilidad, rapidez en la entrega). Cada vez más los consumidores optan por entregas urgentes, lo que se suma a las altas tasas de devolución (logística inversa). Todo ello genera muy importantes efectos medioambientales, en razón del sobre embalaje y el impacto de la logística de la “última milla”.

Consumidores y proveedores pueden hacer significativos aportes al medioambiente

Los consumidores pueden contribuir poderosamente si acaso prestan atención a la forma cómo realizan transacciones online y solicitan la entrega de productos en forma cada vez más próxima e inmediata. Ello conlleva el uso de recursos por parte de los proveedores para atender a dichas exigencias y poco a poco se va generando una cadena de eventos que van impactando en forma acumulativa al planeta.

Si bien es comprensible y natural que todas las personas necesitamos consumir bienes y servicios para nuestra vida diaria, el problema y desafío ocurre cuando hacemos consumos excesivos e innecesarios (consumismo) y este fenómeno es la causa del 60% de todas las emisiones globales de gases de efecto invernadero.

Es decir, algo tan cotidiano como hacer una simple compra y que pueda parecer insignificante, genera que la suma de las decisiones de consumo de todos los consumidores tiene claramente un efecto global.

Por su parte, los proveedores puedan considerar que las opciones sostenibles y saludables de consumo sean más cómodas para el público consumidor, reforzando de esta forma la actividad desplegada por los consumidores individuales. Por ejemplo, evaluar la instalación de buzones inteligentes en la ciudad de manera de contribuir a reducir el impacto ambiental del ecommerce. disminuyendo significativamente miles de viajes asociados a la devolución de productos adquiridos en modalidad online.

La tendencia es responsabilizar a los fabricantes de productos y servicios de consumo masivo de los males ambientales de nuestro tiempo, pero es importante reconocer nuestra propia responsabilidad como consumidores. Cada generación tiene su propio patrón de consumo y es fácil pasar por alto que las decisiones de compra tienen una incidencia en el riesgo climático.  Y eso supone y exige un cambio de prioridades: nuestra felicidad y logros no deben medirse por los bienes que adquirimos, sino en otras dimensiones.

Acá conviene llamar la atención del esfuerzo indispensable de las autoridades, los gremios, instituciones educacionales y actores sociales para que articulen efectivas campañas para divulgar los grandes beneficios de cambios de hábitos de consumo en los consumidores. Ese es el mejor regalo que le podemos hacer a nuestro planeta pensando en una protección al consumidor sustentable.

 

Jaime Lorenzini

Doctor en Derecho

Profesor de la Universidad de Chile

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