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miércoles 21 de mayo de 2025

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Igualdad real, no simbólica

A más de un siglo de lucha laboral, las mujeres siguen enfrentando discriminación, brechas salariales y castigos silenciosos por ejercer su maternidad; la equidad debe dejar de ser un discurso y convertirse en práctica.

A más de un siglo desde que un grupo de trabajadores luchara por el reconocimiento de condiciones laborales dignas, cabe preguntarse si, en esta era moderna, aún es necesario que las mujeres trabajadoras alcen la voz en busca de justicia y equidad. ¿Son suficientes los estándares igualitarios de los que la sociedad suele jactarse? ¿O estamos frente a una igualdad más simbólica que real?

Es cierto que se han logrado avances importantes en materia de educación, participación laboral femenina y legislación, como la norma sobre igualdad de remuneraciones entre hombres y mujeres, o la reciente Ley Karin, que, aunque orientada a prevenir el acoso laboral y sexual, pretendía también cerrar parte de las brechas normativas que afectan desproporcionadamente a las trabajadoras. Sin embargo, la realidad demuestra que aún estamos lejos de alcanzar una verdadera equidad.

En Chile, al igual que en muchos países de América Latina y el mundo, las mujeres seguimos siendo objeto de discriminación en nuestros espacios de trabajo. Esta se manifiesta en tratos desiguales, menor participación laboral, abusos sexistas desde las jefaturas, brechas salariales que rondan el 29% según la propia Dirección del Trabajo, y penalizaciones implícitas por razones de edad fértil o maternidad. Lamentablemente, nuestro país no es ajeno a esta cultura que históricamente ha marginado a las mujeres, confinándolas al rol del “sexo débil”.

Y, sin embargo, hemos demostrado –una y otra vez– nuestra capacidad para desempeñar funciones de igual o mayor exigencia que nuestros pares varones: en cargos directivos, en la construcción, la arquitectura, la medicina, la ingeniería, el aseo y muchas otras áreas. Basta con mirar a mujeres como Eloísa Díaz, la primera médica de Chile; María Teresa Ruiz, Premio Nacional de Ciencias Exactas y primera mujer en doctorarse en astrofísica en la Universidad de Princeton; o Aitana Bonmatí, la futbolista española dos veces ganadora del Balón de Oro y de los premios The Best, además de ser reconocida como la mejor jugadora de la Nations League.

Entonces, ¿por qué persisten ciertas miradas discriminatorias? ¿Por qué, si tanto lamentamos el envejecimiento de la población, castigamos a quienes deciden ser madres? ¿Por qué una mujer, al embarazarse o asumir responsabilidades familiares, pierde oportunidades de ascenso o el trato digno que antes recibía?

Es hora de que la retórica de la igualdad se traduzca en acciones concretas. Las mujeres no solo merecemos las mismas oportunidades: las hemos ganado con esfuerzo, mérito y compromiso. Hoy, lo justo es que la sociedad esté a la altura.

 

Karen Hernández

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