Cartas al Director

Los doce juegos.

Italo Ignacio León

23 de mayo de 2014


En consideración a las expresiones utilizadas por el Ministro de Educación. Sí, soy hijo de padres inconscientes en lo que se refiere a mi educación, al menos en los primeros años de enseñanza, ya que estudié en un colegio subvencionado. Pero después fue peor porque mis padres o yo fuimos idiotas, claro, ingresé a un colegio particular, no al mismo del Ministro ya que solo pertenecía a la clase media, de esa media de verdad.

Sin embargo, esa movilidad educacional a pesar de precarizar mi cerebro, me privilegió con la posibilidad de pertenecer a casi el 50% de los jóvenes chilenos, que estudiamos bajo el alero de esa educación jurel tipo salmón, esa que no es particular, ni subvencionada. A pesar de ello y desde el mundo de la seudo intelectualidad, heredada de la educación que me fue impartida, me parece al menos un poco irresponsable enviar un proyecto de ley de reforma a la educación que asume una necesidad de recursos que hasta este minuto no existen.

La reforma educacional requiere los recursos que la reforma tributaria deberá recaudar, reforma que recién pasó a manos del Senado para su discusión, por tanto, qué sucede con este proyecto si la reforma tributaria no se aprueba en los términos que fue enviada, qué sucederá si los senadores plantean modificaciones que produzca un impacto en la recaudación que no permita la viabilidad y el financiamiento  de la reforma educacional. Lo lógico hubiese sido tener un presupuesto y en base a ese presupuesto ya asegurado construir un modelo educacional acorde a los fondos necesarios para su ejecución. A menos que, nos encontremos otra vez con un parche educacional y no la reforma que debió o debe realizarse.

Nadie en Chile puede negar la necesidad de mejorar la educación, no se oponen las que la reciben, ni menos aquellos que no la recibieron, sin embargo este circo educacional se ha convertido en una discusión de sordos. Es complejo crear un nuevo modelo educacional si no escuchamos por lo menos a los usuarios, no hablo de los dueños de colegios, hablo de personas que escogieron uno u otro establecimiento educacional, escuchar a los profesores, entender cuál es su labor, cuáles son sus principales problemas, cuál es la diferencia entre enseñar a 45 o a 30 alumnos. Cuáles son los problemas que existen en región, Santiago no es chile, es la oportunidad de demostrarlo, que ese alumno que tiene que caminar 4 kilómetros o pasar en una balsa para llegar a su colegio no deba hacerlo, que niños de 7 u 8 años deban dejar de vivir con sus padres para ser educados es simplemente incomprensible el día de hoy, escuchar y conversar al menos con los profesores rurales esos que van a enseñar por vocación en sectores olvidados a alumnos que adoran su patria tanto como nosotros.

En síntesis, sentarse a conversar con quienes somos parte de esa educación y ver que en chile existen realidades, visiones y necesidades distintas, y una ley tan importante como esta no regirá solo en la Región Metropolitana, porque hasta donde la limítrofe educación que recibí me enseñó, la ley es de aplicación nacional y en esta fiesta al parecer la nación se les olvido. La bandera de la educación es nuestra, de todos y cada uno de los ciudadanos, sin distinguir colores políticos ni menos sus intereses, nadie va a ser ni más grande ni históricamente recordado por el solo hecho de cumplir eso que por derecho no se nos ha otorgado equitativamente, esa inequidad que produce para algunos laureles y futuros y para otros simplemente patear piedras (Santiago, 23 mayo 2014)

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