Entrevista

Contexto político nacional.

Hugo Herrera Arellano, académico UDP: “Se necesitan grandes reformas a partir de grandes entendimientos inclusivos, con quienes piensan distinto. La base de esos entendimientos fundamentales, es reconocer el igual pie moral de todas las partes».

Herrera afirma que es tan radical y abstracto que le hace imposible o muy difícil al Gobierno tener un proyecto político concreto y realizable. El radicalismo de su discurso vuelve altamente improbable, como lo muestran los resultados, producir confianzas y alianzas con quienes piensan distinto: los mismos a quienes el ministro Jackson y su ideólogo de cátedra se preocupan de descalificar moralmente.

20 de febrero de 2023

Daniel Soto Espinosa, Universidad de Chile

Hugo Herrera Arellano, Profesor  titular en la Facultad de Derecho de la UDP, Doctor en Filosofía por la Universidad de Würzburg (Alemania) se refiere a los errores y aciertos de cada sector político, junto a los desafíos que le toca enfrentar al Gobierno.

1.-A raíz de las listas para la elección de Consejeros Constitucionales, el PPD quebró una alianza histórica con el PS, al decidir ir en una lista con el PR y la DC, mientras que el partido socialista se mantuvo con la coalición de gobierno (FA y el PC). ¿Le parece que este reordenamiento entre los partidos, además del surgimiento de movimientos como “demócratas” y “amarillos” remece y traslada al centro político? El cual, vale la pena mencionar, ha sido  históricamente de gran relevancia para mantener el orden institucional.

Es necesario todavía ver cómo se desempeñarán las alianzas. El paso del PS al grupo FA-PC traslada parte del peso de la ex Nueva Mayoría hacia la banda izquierda. Eso es especialmente complejo en una época en que el PR y la DC son partidos en constante caída, casi de nicho. La carga de la elección la llevará ahí el PPD. Es una apuesta arriesgada. Aunque, si se desempeña electoralmente bien o incluso moderadamente, el PPD podría transformarse en el eje de una nueva centroizquierda, la que eventualmente se reforzaría con Demócratas y Amarillos. Si todo eso funciona, entonces, emergería una especie de federación de cinco partidos de centro-izquierda (PPD, PR, DC, Demócratas y Amarillos), la cual sí tendría un peso relativo relevante.

2.-En palabras de Carlos Peña, los movimientos ya mencionados “amarillos” y “demócratas” parecieran ser más “formaciones reactivas que proyectos políticos serios”, ¿está de acuerdo?

Hay que ver cómo se desenvuelven. Comparado con los ímpetus del FA, su patetismo moralizante y su vehemencia juvenil, “amarillos” y “demócratas” son ciertamente reactivos. Nacen de una reacción de sentido común que, sin embargo, tuvo respaldo masivo, pues se compenetró bien con los anhelos populares. Sin embargo, cuentan con cuadros amplios y experimentados. Si les falta un discurso propositivo, un proyecto ideológico de fondo, en eso no andan muy lejos en general de todos los grupos cercanos al centro. Con excepción del extremo moralizante del FA y del extremo economicista de Libertad y Desarrollo, ambos discursos altamente excluyentes y finalmente rechazados por la ciudadanía, la falta de discurso de fondo es un problema de todos los sectores más moderados. Estos tienen más sentido común y compromiso con una democracia republicana, pero menor desarrollo en la parte ideológica.

3.-Es indudable que existe un gran tramo de la población que cabe dentro de lo que podemos definir como grupos medios cuyo voto no se concentra en ninguno de los dos polos (izquierda y derecha), trasladándose de un lado a otro en las elecciones y que,  actualmente, con la crisis de la política tradicional se distancia de los partidos convencionales. Figuras como Franco Parisi, cuyo principal activo político se basa principalmente en desprestigiar las misma política desde afuera y presentarse como un “outsider” para sacar réditos electorales, ¿ve usted posible una devenida populista en Chile?

La veo difícil. El populismo requiere no sólo procesos de crisis institucional, sino líderes de alto calibre a los que el pueblo siga. En el Chile del siglo XX hay que pensar en un Arturo Alessandri o un Carlos Ibáñez, los dos grandes caudillos. Además del carisma y del carácter autoritario de sus liderazgos, ambos tenían indudables capacidades organizativas. Ibáñez, por ejemplo, es responsable de una serie de reformas y la creación de una serie de organismos que le cambiaron la entidad y el carácter al Estado. Sobre Alessandri pesa la responsabilidad de sendas matanzas, en el norte, en el Seguro Obrero. Pero no puede desconocerse que su Constitución del 25 generó las bases de un incipiente Estado social. La llamada Crisis del Centenario fue superada y cuatro décadas de gobiernos democráticos aseguradas gracias a las labores reformistas de esos dos caudillos. Ahora estamos en medio de la Crisis del Bicentenario y podría aparecer un líder populista. Boric tuvo la oportunidad de serlo, si hubiese asumido un discurso claramente nacional. A Parisi no lo veo dotado, en cambio, de potencial ideológico y de liderazgo para ese papel.

4.-El Frente Amplio, adoleciendo su falta de experiencia, tuvo que retractarse de gran parte de sus declaraciones, tras varios errores, debieron ceder y aliarse con la sectores de la izquierda vinculados a la exconcertación, el hoy denominado “Socialismo Democrático” dándole cargos de relevancia en la función pública ¿Desde donde cree que nace esa decisión? ¿Le parece que esta alianza entre los sectores de izquierda lograra formar un cuadro que permita dar gobernabilidad?

En política se pulsan los límites de lo posible. Incluir a la ex Concertación fue una decisión sensata. El quiebre del PS con el resto de la ex Concertación, sin embargo, complica mucho la situación. Podría ser que el PS y la mayor experiencia de sus cuadros supliese la falta de experiencia del FA. Un gran obstáculo es, empero, la crisis ideológica o la falta de discurso que aqueja a toda la ex Concertación, incluido el PS. El PS tiene experiencia sin ideología robusta. El FA carece de experiencia, pero está provisto de una ideología extrema y sencilla, a veces tosca o brutal en las ideas de superioridad moral de Jackson y moralización radical de Atria. Esa combinación PS-FA podría terminar, entonces, tanto en una moderación del FA, que dejase atrás al ala más extrema del ministro Jackson y su ideólogo; pero podría también sumir al PS en el ritmo ideológico del bando extremo. Eso sería funesto para el PS, pero también para la gobernabilidad del país.

5.-El resultado del actual proceso constituyente, el eventual plebiscito, el proyecto de ley de reforma de pensiones y un acuerdo de seguridad nacional son, sin dudas, los objetivos más relevantes para el gobierno actual. A su juicio, ¿será capaz de llevar a puerto estos objetivos?, ¿de qué forma cree que esto le sea posible? Entendiendo que no cuenta con las mayorías en el Congreso y el capital político suficiente actualmente.

Es muy difícil que lo logre. Probablemente el éxito del nuevo proceso constituyente se consiga, a esta altura, pese al gobierno y al papel penoso que desempeñó en el fracasado proceso anterior. En vez de asumir su responsabilidad política y diseñar y preparar escenarios posibles, el Ejecutivo asumió el papel de barra del Apruebo. Tuvo que venir el Congreso a salvar la situación luego del aplastante resultado del 4 de septiembre. En el fondo, pienso que el Gobierno está afectado por un problema gravísimo. A pesar de que cuenta con un discurso político, es un discurso muy radical. Es un discurso moralizante. Condena moralmente al mercado como ámbito de alienación. Y pretende avanzar hacia el comunismo o la plenitud moral por la vía de prohibir al mercado y ampliar la deliberación pública, marginando a quienes asuman posiciones escépticas o duden de la racionalidad estricta desplegada en esa deliberación. Ese discurso es radical y abstracto. Es tan radical y abstracto que le hace imposible o muy difícil al Gobierno tener un proyecto político concreto y realizable. El radicalismo de su discurso vuelve altamente improbable, como lo muestran los resultados, producir confianzas y alianzas con quienes piensan distinto: los mismos a quienes el ministro Jackson y su ideólogo de cátedra se preocupan de descalificar moralmente.

Ud. menciona los problemas de la seguridad y la cuestión tributaria. Ninguno de ellos puede ser vistos como parte de un proyecto político. Son medios para lograr un proyecto, pero no partes constitutivas de una visión nacional efectivamente realizable. Para eso se necesitan grandes reformas a partir de grandes entendimientos inclusivos, con quienes piensan distinto: en educación, salud, vivienda, urbanismo, institucionalidad territorial. La base, sin embargo, de esos entendimientos fundamentales, es reconocer el igual pie moral de todas las partes.

6.- En todo este escenario político la derecha, luego de una época en la que sufrió consecutivas derrotas electorales, se ve más recuperada: puede atribuirse el resultado del plebiscito constitucional como una victoria en cuanto a sus convicciones.  Si bien cuenta con mayoría en el Senado y actualmente como oposición ha podido “rayarle la cancha” al gobierno en ciertas materias, no se visualiza un verdadero liderazgo en la coalición y no se le ve capaz de dar un hilo conductor que atienda las expectativas y demandas sociales. ¿Hacia dónde debería orientar su actuar para demostrar que puede ser un real aporte a la situación nacional?

En 2014 escribí un libro cuyo título adquiere, tristemente, nueva actualidad: “La derecha en la Crisis del Bicentenario”. Allí planteé que la derecha, no obstante eventuales triunfos electorales, carecía de un discurso propiamente político a la altura de la situación contemporánea. Quedan todavía remanentes del economicismo “Chicago-Gremialista”, que funcionó en la dictadura y cuando la derecha estuvo en la oposición. Pero el abstencionismo que ese pensamiento predica del Estado y su reducción de la comunidad a una agrupación de individuos preexistentes a ella (como si pudiesen existir individuos antes de la comunidad, es decir, sin lenguaje), vuelven imposible la tarea de gobernar. Gobernar significa entender la situación popular y brindarle expresión y curso de despliegue en instituciones, símbolos y pensamientos en los cuales el pueblo pueda sentirse reconocido. Instituciones educacionales, de salud, formas de urbanismo, de organización del territorio, que permitan una vida comunitaria y personal buena para todos. Esa falta de un pensamiento político es un problema muy concreto. Ella es la que hizo fracasar a los dos gobiernos de Piñera. En los dos, hubo capacidades de gestión tristemente combinadas con una incapacidad gravísima de entrar en la disputa ideológica con argumentos políticos. No se salió de la gestión y las cifras económicas, cuando el problema era otro: las instituciones estaban perdiendo legitimidad. Las formas de habitar, de organización territorial, de participación comunitaria estaban en crisis. Siguen en crisis: las familias, vecindarios, los partidos políticos, los sindicatos, las iglesias, el Congreso, etc.

Hoy la derecha está, por suerte, abandonando la versión más radical del economicismo. Sin embargo, aún no logra articular un pensamiento político de fondo. Vale decir, uno que le permita entrar en discusión con la izquierda en los foros libres, con argumentos capaces de convencer, y orientar una agenda de reformas institucionales, incluidas las nuevas bases de la Constitución que hay que producir. Más en concreto todavía: una visión política de fondo que la vuelva capaz de distinguirse ideológicamente de manera clara, por ejemplo, respecto de los grupos más extremos de la propia derecha, como Republicanos.

7.- Chile Vamos toma distancia de Republicamos al presentarse en dos listas distintas. Asimismo, la presidenta de Evópoli, Gloria Hutt declaró que han “perdido posicionamiento político” y destacó la importancia de contar con un “referente de centro bien armado”, inclusive insinuando que es posible pactar con estos sectores ¿Qué opina al respecto?

La intención es correcta. Pero sigue pendiente el problema. Más allá de la voluntad de distanciarse de los extremos, ¿con qué ideas podrá la centro-derecha asumir esa posición? ¿Con el mismo economicismo con el que “Libertad y Desarrollo”, Felipe Kast y Evópoli operaron en la crisis de 2019? ¿O con economicismo y moral sexual conservadora, la UDI? ¿O con economicismo y moral sexual liberal, Evópoli? Falta política. Falta política. Falta una ideología propiamente política, robusta, capaz de darle fundamento argumentativo a una visión nacional y a las grandes reformas institucionales que son necesarias para salir de la crisis epocal en la que nos hallamos.

De la Crisis del Centenario se salió no sólo gracias a liderazgos personales, sino a ideas. Alessandri e Ibáñez le cambiaron la cara a la institucionalidad nacional y parieron un nuevo proyecto existencial nacional, capaz de generar una legitimidad transversal. En ese proyecto existencial, el segundo después de la crisis del Estado portaliano, había una concepción de mundo robusta, vigorosa involucrada. No se hablaba sólo de economía, sino también y especialmente de educación, del desarrollo en los niños y jóvenes de las capacidades y el gusto por la transformación de la materia; de cultura; de organización del poder; de cómo recomponer una comunidad nacional. ¿Cuáles son las ideas equivalentes capaces de abordar el malestar de fondo que afecta a la ciudadanía? ¿Cuál el renovado proyecto educativo nacional, la idea nueva de institucionalidad territorial, de articulación del poder, de solidaridad efectiva, más allá del eslogan? Lamentablemente, no la veo. Y por más empeño que se le ponga, con economicismo y moral de alcoba, no se logra producir legitimidad. Como decía Huidobro en el “Balance Patriótico”, parafraseando a Guerra Junqueiro: “una nación no es una tienda ni un presupuesto una Biblia”. Se trata, en cambio, de una totalidad existencial, de un modo de vida común, que puede ser frustrante o desplegante. La crisis en la que estamos depende de que, en una parte muy importante, nuestro modo nacional de existir no despliega, sino que frustra a la nación.

 

 

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  1. Al fin, un análisis serio, objetivo y docto sobre la realidad política. Sin progres intentando dar cátedras de la altura de sus dogmas sostenidos en falacias. Felicito al colega.