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Escriben: «El mito de la familia, destino y libertad».

La autora expone que el contexto sociocultural afecta al hombre de hoy, sumiéndolo en un estado de cierto desvalimiento.

16 de junio de 2019

Recientemente, la autora argentina Graciela Angeloz, publicó un análisis sobre poner en revisión el concepto de familia o el mito de la familia, apuntando a indagar acerca de cuánto de lo que hacemos en nuestra vida cotidiana en torno al mismo es resultado de elecciones actuales, libres y saludables, y cuánto de ello puede estar siendo en realidad, determinado por efecto de estereotipos, esquemas y patrones culturales de otras épocas, que en la actualidad, puedan estar generando más conflictos que soluciones. Particularmente, se hace hincapié en las Familias Delincuentes o Criminales, entendiendo por ellas, aquellos clanes familiares que se dedican al delito en todas o algunas de sus formas, ya sea como medio o como modo de vida, siendo esta actividad parte natural de su cotidiano vivir.
En el documento, la autora comienza explicando que un trabajador honesto es el que quiere el bien para él, su familia y la sociedad, aportando su esfuerzo personal para el progreso sin dañar al entorno. Queda así absolutamente diferenciado de un conjunto de personas (en la especie: también unidas por lazos de sangre) que se unen para provocar daños individuales y/o colectivos, haciendo de este accionar su modo de vida.
Luego, indica que puede entender que los delinquen se refieran a eso como "trabajo", pero creo que es misión de los profesionales (cualquiera sea la rama de la ciencia desde la que se aborde esta problemática) darle a la Palabra la justa dimensión que debe tener. Agrega que Los que delinquen son delincuentes y cometen hechos delictivos. Si son varios, habrá una asociación ilícita, haya o no relación parental entre los mismos. Si alguno de ellos ejerce y abusa de su autoridad o superioridad sobre el resto, será un agravante. En términos psicológicos, podemos referirnos a una alteridad arrasada. En el Derecho, la noción de alteridad es fundamental, ya que la relación jurídica es un debitum ad alterum, como lo define Aristóteles en el libro V de la Ética a Nicómaco. Por otro lado, razona que quienes trabajan, son trabajadores.
Enseguida, expresa que, en ese sentido, cada palabra encierra un contenido propio. Por eso, para definir algo, resulta de toda necesidad elegir y encontrar o inventar la palabra adecuada. Eso marca la diferencia entre un texto o mensaje claro y otro ambiguo, verdadero/falso, ineficaz/productivo.
Por otro lado, expone que el contexto sociocultural afecta al hombre de hoy, sumiéndolo en un estado de cierto desvalimiento. La relativización de lo absoluto, de las certezas, la inconsistencia de las instituciones y de los vínculos actuales interpersonales y entre las personas con las instituciones, generan un escenario en donde podría pensarse como una de las reacciones posibles y defensivas, la hostilidad y la agresión como modalidad de relación propia de nuestros días. Añade que aspectos melancólicos y ansiedades paranoides afloran en momentos de extrema angustia e inseguridad en lo afectivo, en lo jurídico, en lo económico y en lo político.
En definitiva, explica que tal la complejidad de nuestro tiempo, surge la necesidad de articular acciones eficaces, dispositivos que contemplen un abordaje psico-jurídico. Es decir, expone que nos queda por delante un arduo camino a recorrer no sin riesgos. Los propios del desafío y la interpelación constante que se genera ante el asombro y la curiosidad frente a lo novedoso y diverso.
De ese modo, concluye la autora que con rigor histórico o sin él, a Macchiavello se le atribuye la frase: “el fin justifica los medios” y a Gandhi, “nadie puede hacer bien en un aspecto de la vida y mal en otro…la vida es un todo indivisible”. Por ello, confiesa sentir mayor inclinación hacia esta última.

 

Vea texto íntegro de la publicación.

 

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