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Opinión.

Suiza: un país «modélico» pero al que el voto femenino no llegó hasta 1971.

La opinión de los contrarios al sufragio femenino era que las mujeres tenían otros asuntos que atender antes que la política, o que a Suiza, que había quedado indemne mientras sus países vecinos quedaron destrozados por guerras mundiales, le había ido relativamente bien con su voto limitado a los hombres.

20 de marzo de 2021

En una reciente publicación del medio www.swissinfo.ch se da a conocer el artículo «Suiza: un país modélico pero al que el voto femenino no llegó hasta 1971».

Suiza, un país que nunca vivió en dictadura y que sorteó con su neutralidad las guerras entre sus vecinos, fue sin embargo una de las últimas naciones del mundo en instaurar el sufragio femenino, en 1971, por lo que en 2021 está conmemorado el cincuentenario de ese paso adelante que tanto costó.

Pocos países, entre ellos los que se independizaron después de aquel año y varios Estados árabes, permitieron a las mujeres votar más tarde que los suizos, que además sólo instauraron primero ese derecho a nivel federal, por lo que en algunos comicios cantonales y locales el voto femenino suizo aún tuvo que esperar más.

Estas limitaciones duraron hasta 1990, año en el que el último cantón suizo que no permitía el sufragio femenino (Appenzell-Rodas Interiores) lo autorizó finalmente, y con tanta resistencia que tuvo que obligarlo el tribunal federal.

PIONERA EN EL FEMINISMO, PESE A ELLO

Este retraso no se debió en ningún modo a que las suizas no llevaran tiempo reivindicando sus derechos, ya que el movimiento feminista en el país alpino nació a mediados del siglo XIX y ya en 1868 la ginebrina Marie-Goegg Pouchoulin fundó la Asociación Internacional de Mujeres.

Esta organización feminista radical pidió por primera vez el voto en ese año, pero la iniciativa fue declinada por muchos cantones.

La opinión de los contrarios al sufragio femenino era que las mujeres tenían otros asuntos que atender antes que la política, o que a Suiza, que había quedado indemne mientras sus países vecinos quedaron destrozados por guerras mundiales, le había ido relativamente bien con su voto limitado a los hombres.

La propaganda de los opuestos al voto femenino mostraba a niños desatendidos, que se habían caído de la cuna, lloraban con chupetes infestados de moscas, u otras imágenes similares.

En 1959 se organizó por primera vez un referéndum sobre la posibilidad de introducir el sufragio femenino en el que el 67 % de los hombres que votaban rechazó su instauración.

Ello no impidió que cantones como Vaud y Neuchâtel, en la región occidental y de habla francesa de Suiza, permitieran el voto a las mujeres a partir de ese año.

En 1971, una ola de protestas sacudió al país por intentar firmar el Convenio Europeo de Derechos Humanos con una cláusula que excluyera los derechos políticos de la mujer, lo que propició la organización de otro referéndum que forzara a modificar en la constitución el sistema suizo de democracia directa.

En esa consulta, y con temor a que otro «no» diera una mala imagen al país alpino, dos tercios de los hombres que votaron, y que se habían negado durante años a que lo hicieran las mujeres, dieron su visto bueno al sufragio femenino el 7 de febrero de 1971, adelantándose solo a otros 22 países en todo el mundo.

Suiza solo aprobó el voto de la mujer antes que países como Santo Tomé y Príncipe (1975), República Centroafricana (1986), Namibia (1989), Mozambique (1975), Liechtenstein (1984) Kuwait (2005), Irak (1980) y Catar (1999), entre otros en vías de desarrollo.

LAS SUIZAS QUE VOTARON POR PRIMERA VEZ EN 1990

En el cantón de Appenzell Rodas Interiores, uno de los más tradicionales de Suiza, el sufragio femenino fue un proceso lento y difícil.

Allí el sistema electoral de esta región suiza era muy tradicionalista pues se basaba en unas asambleas populares, sin mujeres, organizadas desde tiempos inmemoriales en zonas montañosas de la Europa central y denominadas «landsgemeinde».

Los hombres, que se reunían a votar en la plaza de la landsgemeinde sostenían que el lugar de reunión era demasiado pequeño si se permitía también la participación femenina, o que la asamblea popular era para ellos lo mismo que el Día de la Madre para las mujeres.

Por ello, las mujeres de Appenzell Rodas Interiores, cantón de unos 16.000 habitantes, podían votar y ser elegidas a nivel nacional pero en su cantón natal solo podían observar la política sin disfrutar de ningún derecho.

A raíz de que en la primavera de 1990 los hombres rechazaran nuevamente el sufragio femenino en el cantón, se presentó una reclamación con un centenar de firmas ante el Tribunal Federal, y el 26 de noviembre del mismo año el más alto tribunal suizo lo aprobó por unanimidad.

La sensación de muchas mujeres de la región es que si no hubiera sido por la decisión del Tribunal Federal seguirían sin derecho a voto a día de hoy.

Las mujeres suizas siguen luchando hoy en día contra la discriminación laboral, la desigualdad salarial y el acoso sexual, que se mantienen como los principales desafíos en la actualidad tanto en el país helvético como alrededor del mundo.

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