Un Tribunal de Córdova condenó, en un procedimiento civil por daños y perjuicios, a un policía al pago de $791.782 (pesos argentinos) por insultar a un jugador de fútbol en el marco de la semifinal entre el equipo Matienzo y Deportivo Monte Buey.
El policía, que estaba vestido de civil, se encontraba cerca de la cancha cuando le gritó a un jugador “negro sidoso” frente al público y los medios de comunicación, lo que le valió la expulsión del campo de juego por parte del árbitro. El jugador es una persona de piel oscura que padece del virus del VIH.
Frente a lo anterior, el jugador dedujo una acción de indemnización de perjuicios, por los daños morales que los insultos le causaron a él y su familia. Al respecto, refiere que, al momento del partido, solamente su núcleo más cercano tenía conocimiento de su padecimiento de salud.
El Tribunal considera que se produjo una doble discriminación en perjuicio del demandante, por cuanto, no solo se le discrimina por su color de piel, sino que también por su padecimiento de salud.
En seguida, refiere que la conducta del demandado “se condice más a la actitud de un “barrabrava” que a la de un funcionario público tendiente a velar por el cuidado de la ciudadanía.” En este sentido, expresa que “el obrar de un funcionario público, como es el de un agente policial, debe ejercerse con prudencia. Así lo ha entendido la CSJN al decir que ningún deber es más primario y sustancial para el Estado que el de cuidar de la vida y de la seguridad de los gobernados.”
Por otra parte, expresa que “este fenómeno de la discriminación en el futbol, tristemente arraigado en nuestra sociedad, refleja una serie de comportamientos discriminatorio, xenófobo y racista, que tienen que ser cortado en seco desde los distintos poderes del estado.” En este sentido, precisa que a lo largo de los años este tipo de conductas se ha amparado en el denominado “folklore del fútbol” que ha legitimado “acciones pasmosas que difícilmente se darían en otros ámbitos y/o disciplinas”.
Concluye que “ese facilismo justificativo, mal denominado “folklore”, no puede ser la excusa banal para avalar la violencia y la discriminación en el deporte.”
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