El informe anual de 2024, elaborado por la Coalición contra las Municiones en Racimo, aborda detalladamente el uso, la transferencia y las políticas relacionadas con las municiones de racimo. El documento examina la situación actual en relación con la Convención sobre Municiones en Racimo, un tratado internacional que prohíbe el uso, producción, almacenamiento y transferencia de este tipo de armamento.
De conformidad con el artículo 2 de la Convención, las municiones en racimo se definen como aquellas diseñadas para dispersar o liberar submuniciones explosivas que pesen menos de 20 kilogramos. La característica de muchas de estas submuniciones es que no detonan al momento de su lanzamiento, lo que conlleva un riesgo prolongado para la población civil en los territorios afectados, incluso después del fin de los conflictos armados.
El informe destaca que el 93% de las víctimas registradas en 2023 como resultado del uso de municiones en racimo fueron civiles, de los cuales el 47% son menores de edad. Además, señala que los principales países afectados son Myanmar, Siria y Ucrania, donde se han producido múltiples ataques con este tipo de armamento. Asimismo, el informe establece que 28 países continúan afectados o se sospecha que están contaminados con restos de este tipo de armamento
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En cuanto a los países no suscritos a la Convención, el informe documenta el uso extendido de municiones en racimo en Ucrania, tanto por fuerzas rusas como ucranianas. Se informa que, desde 2022, Rusia ha seguido desarrollando y produciendo nuevas municiones en racimo, además de emplear las existencias de municiones más antiguas. Entre julio de 2023 y abril de 2024, el gobierno de los Estados Unidos autorizó la transferencia de municiones en racimo a Ucrania en cinco ocasiones.
El artículo 1 de la Convención prohíbe explícitamente que los Estados Partes colaboren o faciliten la realización de actividades prohibidas relacionadas con municiones en racimo. Sin embargo, se menciona que algunos países miembros podrían haber incumplido este principio. Por ejemplo, el informe cita a Human Rights Watch (HRW), que documentó la posible existencia de municiones en racimo almacenadas en bases militares estadounidenses situadas en países signatarios de la Convención, como Alemania. Este país habría permitido la transferencia de municiones desde su territorio a Ucrania.
Finalmente, el informe señala que los Estados parte han destruido en su totalidad las municiones en racimo declaradas en sus arsenales, alcanzando un total de 1.49 millones de municiones y 179 millones de submuniciones eliminadas hasta la fecha.
“Las municiones en racimo plantean peligros importantes para los civiles por dos razones principales: su impacto en el momento de su uso y su legado letal. Lanzada desde tierra o desde el aire, las municiones en racimo consisten en contenedores que se abren y dispersan submuniciones indiscriminadamente sobre una amplia zona, causando víctimas tanto civiles como militares. Muchas submuniciones explosivas no detonan como deberían cuando se dispersan, convirtiéndose de facto en minas terrestres que matan y mutilan indiscriminadamente mucho después de que el conflicto ha terminado y crean barreras para el desarrollo socioeconómico”, señala el texto en su introducción.