La ironÃa de la justicia es que permite a cualquiera reclamar dignidad, incluso a quien la pisoteó sin miramientos. Y ahà está Rosa Peral, desde su celda, exigiendo 30 millones de euros a Netflix y Arcadia Motion Pictures por mancillar su honor, ese mismo que ella enterró junto al cadáver calcinado de Pedro RodrÃguez en mayo de 2017.
Que el crimen lo cometiera con su amante y compañero en la Guardia Urbana de Barcelona es solo un detalle de color en esta historia de pasiones mezquinas, traiciones y un ego descomunal que ni la prisión ha logrado domar.
El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción 1 de Vilanova i la Geltrú, Barcelona, del que es titular la magistrada Cristina Bárcena MartÃnez, celebrará una audiencia previa para ver si hay base para un juicio o si todo es un numerito más en la tragicomedia judicial española. Las partes podrán presentar testigos y peritos, pero no documentos.
Es decir, se podrá hablar mucho, pero leer poco.
La abogada de Peral, Núria González, ha llamado a declarar a los guionistas de la serie, quizás con la esperanza de que confiesen entre lágrimas que todo es una vil conspiración mediática.
Netflix, por su parte, ha tirado de hemeroteca y propone como pruebas tres libros: «Condenados relatos: más mala vida», de Carles QuÃlez; «Solo tú me tendrás», de Toni Muñoz; y «29 balas y una nota de amor», de Alfonso Egea.
Todos recogen, con más o menos dramatismo, el caso de la Guardia Urbana y sus protagonistas. Como si hiciera falta leer mucho para entender lo evidente: la historia de Peral es demasiado turbia para blanquearla con demandas.
Ella no estará en la audiencia. Quizás para mantener el misterio, quizás porque la cárcel no tiene Uber. En su lugar, asistirá su padre, que ejerce de portavoz y de última conexión con el mundo exterior.
Rosa Peral fue condenada a 25 años de prisión como coautora, junto con su amante, Albert López, del asesinato de Pedro RodrÃguez, su pareja y compañero en la Guardia Urbana de Barcelona. Actualmente cumple condena. El fotograma corresponde al juicio con jurado en el que se dictó la sentencia.
EL HONOR DE ROSA PERAL Y DE SU HIJA
El argumento de la demanda es una joya del cinismo jurÃdico: 1 euro por cada hora que la serie ha sido vista en Netflix hasta mayo de 2024 (26,6 millones de horas en total) para la hija de Peral, por el daño moral.
Y 10 céntimos por hora para ella, porque no le gusta cómo la retratan como madre. Lo que viene a ser un «no me molesta que cuenten mi historia, pero si lo hacen, que me paguen bien».
Reclama los 30 millones de euros por considerar que la ficción vulnera la protección del derecho al honor, a la propia imagen y a la intimidad personal de ella y de su hija, menor de edad, que también aparece representada en la ficción.
El problema, dice la abogada de Peral, es que Úrsula Corberó se parece demasiado a Peral. Tanto que la convierte en «totalmente reconocible e identificable para el espectador». Como si el juicio, las portadas y los libros no hubieran hecho ese trabajo años antes.
También se quejan de que la hija de Peral aparece en la serie sin consentimiento. Netflix replica que su presencia es mÃnima: 23 minutos y 37 segundos en un total de 6 horas y 35 minutos.
Poco más que un extra con lÃneas. Además, el personaje tiene un nombre ficticio y una actriz que no se le parece. Pero claro, si la madre es reconocible, la niña también lo es, razona la abogada, en una pirueta argumental digna deSalvatore de ‘El nombre de la rosa’.
FICCIÓN, VERDAD Y LICENCIAS
Netflix insiste en que «El cuerpo en llamas» es una obra de ficción, no un documental. SÃ, la historia tiene «innegables similitudes con los hechos reales» (como decir que el Titanic y el iceberg se conocieron por casualidad), pero se han tomado licencias creativas.
Sobre la intimidad de Peral, la plataforma responde con frialdad quirúrgica: su vida sentimental y sexual es parte del caso.
No es amarillismo, sino contexto.
Porque no se puede contar la historia de un crimen pasional sin hablar de las pasiones. Todo lo que aparece en la serie, aseguran, ya estaba documentado en libros y artÃculos. No es un invento de guionistas sin escrúpulos, sino la realidad convertida en espectáculo.
Asà que la pelota está en el tejado del juzgado de Vilanova. Si la jueza da luz verde, habrá juicio. Si no, todo esto habrá sido otro capÃtulo más en la tragicomedia de un personaje que aún cree que puede escribir su propio final.