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martes 20 de mayo de 2025
Reunión de cardenales menores de 80 años

Muere el papa Francisco a los 88 años y se activa el cónclave para elegir a su sucesor.

La Iglesia entra en “sede vacante” tras el fallecimiento del pontífice argentino. Comienza un riguroso y milenario ritual en Roma que culminará con la elección del nuevo papa.

El papa Francisco ha fallecido este lunes a los 88 años de edad, dejando a la Iglesia católica en “sede vacante”, un periodo excepcional que se activa tras la muerte del sumo pontífice. Este interregno desembocará en uno de los rituales más solemnes y herméticos del Vaticano: el cónclave.

Del latín cum clave (“bajo llave”), el cónclave es una reunión de cardenales menores de 80 años, que se celebra a puerta cerrada en la Capilla Sixtina. Su misión es elegir al nuevo líder de la Iglesia católica, y no podrán abandonar el encierro hasta lograrlo.

Durante esta etapa, la administración de la Santa Sede queda en manos del camarlengo, el cardenal estadounidense Kevin Farrell. Su primera labor será convocar a los cardenales a Roma tanto para las exequias de Francisco como para organizar el proceso sucesorio.

Antes del vigésimo día tras la proclamación de la sede vacante, se fijará la fecha del cónclave. La tradición del encierro tiene siglos de antigüedad y busca evitar presiones externas: nació en 1270, cuando los habitantes de Viterbo encerraron a los cardenales tras años sin acuerdo. Funcionó: eligieron a Gregorio X.

El cónclave comenzará con la misa Pro eligendo papa en la basílica de San Pedro. Luego, los cardenales procesionarán hasta la Capilla Sixtina, donde jurarán bajo el fresco del Juicio Final. El maestro de ceremonias ordenará entonces el tradicional “Extra omnes” (fuera todos) y se cerrarán las puertas, reforzadas incluso con inhibidores de señal para garantizar el aislamiento.

Actualmente hay 138 cardenales electores: 54 europeos, 24 asiáticos, 18 sudamericanos, 16 norteamericanos, 18 africanos, 4 centroamericanos y 4 de Oceanía. Francisco se destacó por descentralizar el colegio cardenalicio, incluyendo a purpurados de regiones tradicionalmente menos representadas.

La elección se hará por escrutinio secreto. Para ser válida, requiere dos tercios de los votos. El primer día solo se realiza una votación; si no hay consenso, se celebran cuatro diarias (dos por la mañana y dos por la tarde).

Las papeletas, con la frase Eligo in Summum Pontificem, se depositan en urna tras un juramento solemne. Luego, los escrutadores leen los votos, los contabilizan y los perforan para unirlos.

El humo que salga por la chimenea de la Sixtina indicará si hay papa: negro si no hay acuerdo, blanco si se ha alcanzado el consenso. Esta señal visual es observada por miles desde la plaza de San Pedro.

Al producirse una elección, el decano del Colegio Cardenalicio preguntará al nuevo pontífice si acepta, y cuál será su nombre. Luego será conducido a la llamada “sala de las lágrimas” para vestirse con uno de los trajes pontificios preparados.

Finalmente, el protodiácono anunciará desde el balcón: Habemus Papam. El nuevo papa se presentará al mundo y dará su primera bendición Urbi et Orbi, marcando el inicio de un nuevo capítulo en la historia de la Iglesia.

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