Artículos de Opinión

A propósito de la reforma tributaria y la política de acuerdos.

Aquellos que aún pretenden jugar aquel juego de niños en que la mayoría manda, y no maduran de acuerdo a la propia madurez institucional y grandeza de Chile, no vislumbran en que por medio de los grandes acuerdos se logra el desarrollo que permite disminuir la pobreza y desigualdad de oportunidades.

La vieja escuela de la política chilena considera que la “política de acuerdos” consiste en el entendimiento informal o por escrito, realizado por dos o más grupos políticos, para realizar juntos un proyecto que no podrían encarar en forma aislada. Un claro ejemplo de esta política lo representa la ya superada Concertación de Partidos porla Democracia, que importantes aportes hizo a nuestro desarrollo.

La política de acuerdos surgió bajo la necesidad de constituir una oposición que lograra democráticamente recuperar el gobierno para todos los chilenos. Una vez logrado ese objetivo, la entonces oposición se encontró con una Constitución técnicamente perfecta, elaborada para lo que hoy podemos entender como objetivos cuestionables. En efecto, el objetivo de la primigenia Constitución consistía en que un sector minoritario de la sociedad, autoproclamado tutor de la estabilidad social, política y económica, mantuviera un importante control de la política nacional, sin necesariamente contar con el apoyo de la mayoría de la población. Así surgen los senadores vitalicios y designados, Leyes Orgánicas Constitucionales y aquellas de quórum calificado para ciertas materias de trascendencia, sumados a una enorme telaraña de resguardos institucionales, construidos con la finalidad de hacer prácticamente imposible la modificación dela Constitución, siendo la guinda de la torta el sistema binominal.

Durante el período de la vieja Concertación fuimos testigos de las manos atadas en los sucesivos Gobiernos, ya sea por lazos constitucionales, extra constitucionales y los altos quórum exigidos para modificar las normas que nos gobiernan. Asimismo, debemos reconocer que se produjeron importantes tropiezos por la irresponsabilidad de quienes habiendo sido electos como representantes dela Concertación, no cumplían sus funciones de la manera esperada, ya sea por la alta inasistencia a las sesiones de las cámaras, así como por la protección de sus propios intereses o por ceder a presiones de lobistas. 

Desde el retorno de la democracia la política chilena necesitó de acuerdos entre los partidos de gobierno y la oposición de turno para manejar el rumbo del país. Sin embargo, a partir de la última elección parlamentaria el panorama cambió inclinando la balanza en los votos a favor dela Nueva Mayoría, quien ya no requeriría de la política de acuerdos para alcanzar sus objetivos. Esto ha llevado a algunos exaltados a hablar de extrañas teorías como “la aplanadora” o bien “la retroexcavadora”, que nos han recordado la ya añeja “Teoría del Desalojo”. Quienes defienden este actuar avasallador no hacen más que distanciar posiciones, crear nuevos conflictos o revivir viejas rencillas, siendo el resultado un enorme daño a nuestra sociedad.

Son numerosos los ejemplos de países que por medio de grandes acuerdos han logrado significativos resultados en sus políticas públicas, como el reconocido caso de Finlandia en materia educacional, y así en otras áreas como desarrollo sustentable e incentivos tributarios se encabeza por Estados Unidos, que pese a las altas penalizaciones por impuestos verdes, destaca su amplio programa de incentivos fiscales en eficiencia energética, energías renovables y edificios verdes.  En los países desarrollados, pese a la rotativa de gobiernos de diversos sectores políticos, se mantienen una sola postura consensada respecto de los grandes temas de país, lo que les brinda estabilidad tanto política como social, y una mejor calidad de vida a sus ciudadanos.

Hoy en día somos testigos de un acto de amplitud de mente, en que el Gobierno vigente ha logrado sellar un acuerdo con la oposición respecto a un tema tan trascendental, así como delicado, y nos referimos a la reforma tributaria, que cobra aún mayor relevancia en un contexto de desaceleración de la economía nacional. Lo valorable de este acuerdo consiste en que pese al hipotético evento en quela NuevaMayoríacontara con los votos necesarios para “aplanar” a la oposición, primó la cordura y la sensatez, así como la humildad y grandeza de aspirar a ver un país que lleva adelante las grandes reformas estructurales que representan a todos y cada uno de los chilenos, teniendo como norte que eventuales cambios de colores políticos de los gobiernos non borre lo que hoy se logre avanzar en materias sociales.

Quienes se ofenden con los acuerdos nos demuestran la carencia de aquellos valores de los grandes estadistas de nuestra historia, hoy tan necesarios, y no se sienten cómodos de ver que todos somos realmente representados en nuestros intereses y a la vez avancemos en la dirección marcada por los países que han logrado un desarrollo económico y social. Quizás las yagas de las amarras que vivieron los gobiernos dela Concertaciónfueron tan profundas para algunos, que aún hoy sólo buscan venganza por sobre el interés superior del Estado.

Aquellos que aún pretenden jugar aquel juego de niños en que la mayoría manda, y no maduran de acuerdo a la propia madurez institucional y grandeza de Chile, no vislumbran en que por medio de los grandes acuerdos se logra el desarrollo que permite disminuir la pobreza y desigualdad de oportunidades, así como asegurar la creación de fuentes de trabajo de calidad y adecuadamente remunerados, apoyar a los emprendedores y fomentar la creación de riqueza, factores que tanto necesitamos como sociedad y finalmente construyamos una patria más justa y representativa de todos los sectores nacionales (Santiago, 21 agosto 2014)

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