Artículos de Opinión

Una nueva Constitución para “matar la República de Chile”.

Al interior de las comisiones de la Convención se redactan y aprueban las normas que harán posible el objetivo propuesto, y para ello: desintegrar la unidad y el territorio nacional, reemplazar el régimen republicano de Gobierno, abolir libertades ciudadanas, construir una sociedad estatizada, asegurar el ejercicio del poder político para los sectores extremos, e incluso negar nuestra historia para levantar una nueva, aunque contradiga la verdad.

Ya conocemos de la Comisión Constituyente diversas normas (algunas incluso aprobadas al interior de las respectivas comisiones) que formarían parte del nuevo texto constitucional que se redacta y propondrá al país. Se trata de formulaciones radicales que, con un declarado propósito refundacional, desintegran el orden esencial que por más de dos siglos ha regido nuestra Patria y nos ha dado nuestra identidad como Nación. Se trata de “matar la República de Chile” para dar paso a una nueva realidad: el Estado Plurinacional.

En efecto, al interior de las comisiones de la Convención se redactan y aprueban las normas que harán posible el objetivo propuesto, y para ello: desintegrar la unidad y el territorio nacional, reemplazar el régimen republicano de Gobierno, abolir libertades ciudadanas, construir una sociedad estatizada, asegurar el ejercicio del poder político para los sectores extremos, e incluso negar nuestra historia para levantar una nueva, aunque contradiga la verdad. Veamos, en la brevedad de esta columna, los aspectos más fundamentales del programa trazado.

La comisión que redacta el artículo primero del nuevo texto aprobó la creación de un “Estado Plurinacional” haciendo referencia a la “libre determinación de los pueblos”, al “autogobierno”, y a la “autonomía de tierras”.  En la misma dirección, la comisión de Medio Ambiente visó una propuesta para “restituir territorios indígenas” (como si dichos territorios existieran o hubiesen existido alguna vez). Pero, no se trata sólo de una cuestión territorial que pone término al Estado unitario que siempre ha sido Chile al fragmentarlo en una serie de “naciones” a cada una de las cuales se les entrega una parte del territorio nacional. Es mucho más, se trata de dar un golpe mortal a la subsistencia misma de la Nación chilena tal como la conocemos y vivimos, para reemplazarla por un conjunto de naciones de diverso origen.

También la Convención aprueba normas para eliminar de nuestro sistema político y de Gobierno los elementos esenciales de un orden republicano, los que se reemplazan por un híbrido que pareciera diseñado para asegurar el poder para quienes redactan y aprueban la normativa. Así, la expresión República se borra del texto; se construye la figura de un Presidente con “súper poderes”; el sistema bicameral se reemplaza por una Cámara única con una calculada composición y forma de elección, eliminándose el Senado; el Poder Judicial desaparece para ser sustituido por una “función jurisdiccional” controlada por el Poder Ejecutivo a través de un Consejo Supremo de Justicia; las FFAA quedan entregadas al servicio del poder político; la prensa libre queda bajo la tutela de un Consejo Nacional de Medios de Comunicación. También en el seno de las comisiones de la Convención se aprueban normas que buscan establecer constitucionalmente la penalización de variadas figuras de “negacionismo”, y eliminar garantías ciudadanas como la propiedad privada, la libre iniciativa para emprender, la libre competencia y otras libertades que dan autonomía y poder a los ciudadanos.

En fin, así avanza el trabajo de los sectores radicales de la Convención Constitucional en el doble propósito refundacional que se han propuesto: “matar la República de Chile” para que nazca el nuevo “Chile plurinacional”  sustentado en una serie de normas aprobadas en las comisiones, las que desmantelando el orden político, jurídico, económico, social y cultural que nos rige cimientan un Estado todo poderoso que se impondrá sobre los ciudadanos limitando sus libertades tanto como sea necesario para someterlos a su dominación. (Santiago, 8 febrero 2022)

 

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