Artículos de Opinión

Vacunación en Chile: enseñanzas aprendidas.

La positiva evaluación del proceso de inoculación, resultan de atención las posturas en contra de la vacunación que, de no revertirse, podrían generar un nuevo problema de salud pública a corto plazo. Esto nos enfrenta a las razones que sostienen las posturas de vacunación obligatoria versus vacunación voluntaria, en las que libertades de locomoción, reunión y el derecho de propiedad, entre otros, están implicados. La investigación acelerada que ha estado detrás de las vacunas en algunas personas ha devenido en incertidumbres y desconfianzas, que nos acercan a temas de ética en la investigación y en los métodos científicos utilizados.

La enfermedad identificada como SARS-CoV-2, conocida como “coronavirus” o COVID-19, se ha presentado para Chile como el desafío de salud pública más importante del último siglo. Entre los muchos temas que la pandemia ha dejado, la vacunación chilena ha sido reconocida como uno de los procesos más exitosos a nivel mundial, desde la perspectiva del efectivo alcance de la población inoculada. Ejemplo de ello es hoy Chile está en franco proceso de alcance de la meta del 80% de la población objetivo, en su momento incluyó a las mujeres embarazadas y actualmente se  trabaja, de forma paralela,  tanto en la vacunación acelerada de menores de edad, como en la aplicación sostenida de la “tercera dosis de refuerzo”. Junto a ello, ya se diseña la estrategia a largo plazo de vacunación periódica, como de suministro para ella.

Entre las razones que explican este proceso de vacunación se destacan: la diversificación de proveedores; los acuerdos tempranos con los laboratorios y la inclusión de Chile en pruebas de alta investigación. La práctica en política comercial  sostenida en las últimas décadas y un ambiente académico de apertura,  probablemente, han sido los antecedentes que colaboraron de forma significativa en este escenario. Asimismo, existiendo una salud pública de base precarizada en muchos sentidos, las medidas de emergencia basadas en el control centralizado de camas críticas (públicas y privadas), junto a una extraordinaria coordinación para generar y operar un sistema único nacional, permitieron a la salud chilena, pública y privada mancomunadamente, aunque a veces al límite, sortear satisfactoriamente la amenaza del colapso (por cierto bajo un esfuerzo monumental del personal sanitario de todos los sectores) [1].

Estos esfuerzos han generado una percepción positiva en la población, que incluso superó uno de los temores iniciales que suponía en los jóvenes cierta reticencia a vacunarse. Hoy, lejos de ello, como ejemplo, el Ministerio de Educación reporta que más de un 90% de los estudiantes que componen la matrícula de pregrado de Educación Superior ha recibido, al menos, su primera dosis o dosis única.

No obstante, la positiva evaluación del proceso de inoculación, resultan de atención las posturas en contra de la vacunación que, de no revertirse, podrían generar un nuevo problema de salud pública a corto plazo. Esto nos enfrenta a las razones que sostienen las posturas de vacunación obligatoria versus vacunación voluntaria, en las que libertades de locomoción, reunión y el derecho de propiedad, entre otros, están implicados. La investigación acelerada que ha estado detrás de las vacunas en algunas personas ha devenido en incertidumbres y desconfianzas, que nos acercan a temas de ética en la investigación y en los métodos científicos utilizados.

Por otra parte, en la perspectiva internacional, la disponibilidad de vacunas a nivel mundial no ha seguido el mismo derrotero y las situaciones son variadas en el Orbe y en la región latinoamericana, especialmente en los países con mayores índices de pobreza y o desigualdad, con crisis sanitarias que preocupan porque claramente “nadie está a salvo hasta que todos y todas estén a salvo”.

Estas disímiles situaciones ponen en evidencia que la cooperación internacional es una herramienta primordial. Las vacunas son un bien público y extender estos avances globalmente es un imperativo ético, presupuesto de la recuperación económica.

De allí que el caso de Chile en lo que respecta a la vacunación, da cuenta de que nuevas modalidades para la cooperación internacional se impondrán. En este sentido, la Pandemia ha activado diversos instrumentos de solidaridad internacional, como el mecanismo COVAC, pero la misma realidad muestra que su impacto en los países más pobres es mínimo o, a lo menos, de largo plazo. Y, en el contexto de esta enfermedad, el plazo se cuenta en vidas.

Por otra parte, la recomposición de las economías y sus sociedades a nivel global requiere elevar los estándares de justicia y distribución socioeconómica, cambiando paradigmas en materia de salud pública y políticas sanitarias. Lejos de meros ideales, ajenos al pragmatismo político e internacional, supone la propia sobrevivencia de la especie humana. Porque, si bien el virus no discrimina huéspedes, no todas las personas lo pueden combatir de la misma manera. Luego, la sociedad mundial no logrará sustentarse a sí misma sin equidad sanitaria. Lo que no afecte el coronavirus, lo destruirán las crisis económicas y los desastres humanitarios originados en dichas crisis.

Todo lo descrito avizora un enorme desafío mundial, inseparable también de las connotaciones ambientales, se trata de Desarrollo Sustentable e ineludible Justicia sanitaria, ambiental y económica.

Mientras, la experiencia chilena permite mostrar una ruta alternativa a la “ayuda humanitaria” que aporta con los excedentes de las vacunas de los países con procesos de inoculación más avanzada. Se trata de la cooperación en investigación para la producción descentralizada de vacunas. La auténtica cooperación, sustentable en el tiempo, que permita movilizar las vergonzosas brechas entre los países desarrollados y los más pobres y o desiguales, pasa por la transferencia tecnológica para facilitar y potenciar la producción de vacunas periféricamente, para lograr alcance y volúmenes de escala global.

Chile ya asumió el desafío y se vislumbra como uno de los próximos referentes en América del Sur y el Caribe, con producción propia de vacunas (Brasil tiene tal potencial si supera un inicio desastroso). Esta posición se sostiene en una historia centenaria de la vacunación, por lo que se trata del doble esfuerzo de cooperación internacional en transferencia tecnológica, sumada a la recuperación de las fortalezas institucionales en salud pública. (Santiago, 18 de enero 2022)

 

[1] Ver FAUNDES PEÑAFIEL, JUAN JORGE; LUCAS GARÍN, ANDREA y LILLO ORTEGA, GLORIA (junio 2021). Vacunación COVID-19 en Chile, en: https://co.boell.org/es/2021/08/20/perspectivas-globales-sobre-la-vacunacion-por-covid-19-acceso-la-vacuna-covid-19-en-1

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