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A Civil Action

Imagen: amazon.com

Por Belén Altamirano, U. Central

Título español: Una Acción Civil

Nacionalidad: estadounidense.

Año: 1998.

Producción: Scott Rudin, Steven Zaillian, David Wisnievitz, Robert Redford, Rachel Pfeffer, David McGiffert, Henry J. Golas.

Dirección: Steven Zaillian.

Género: Drama.

Duración: 115 minutos.

Idioma(s): inglés.

Sinopsis.

Una acción civil es una película dramática estadounidense de 1998 dirigida por Steven Zaillian y que cuenta con la actuación de John Travolta y Robert Duvall. El filme está basado en el libro homónimo de Jonathan Harr, el cual a su vez está basado en un caso judicial sobre contaminación hídrica que tuvo lugar en los años 80 en la localidad de Woburn, Massachusetts.

A lo largo de la película, se presenta a Jan Schlichtmann, un abogado prestigioso, aunque su estudio de abogados no es tan grande. Un día, en una emisora, recibe una llamada de Anne Anderson. Ella le comenta que había perdido un hijo por leucemia y que la causa aparente era la contaminación de un río que pasa por los grifos de las casas aledañas. De este modo, le pide a él que tome acciones legales contra los responsables de tal contaminación.

Al ir a la localidad para reunirse con ella y otros padres de familia afectados, le comentan que incluso se han incrementado los casos de cáncer. Sus sospechas apuntaban a que empresas estaban vertiendo sus productos tóxicos en el río. Sin embargo, él se mostró muy incrédulo y les dijo que su estudio no se podía dar el lujo de perder un caso.

Cuando estaba de regreso, un policía lo detiene y multa. Mientras esperaba que el policía complete los datos, vio debajo del puente el agua de aquel río que le habían mencionado. Decidió bajar e ir a investigar. Se topó con que había empresas trabajando y algunos detalles que le hicieron aceptar el caso. De este modo, demanda a las empresas Beatrice Foods y W. R. Grace and Company. También, él sabía que esta demanda iba a ser positiva para su estudio.

El caso les trae muchos costos económicos ya que, tuvieron que contratar geógrafos, médicos, radiólogos, etc. Ello trae como consecuencia que su estudio pida muchos préstamos y que incluso sus miembros, incluido Schlichtmann, hipotequen sus casas. Sin embargo, ellos deciden seguir adelante.

Por la contraparte se intentó un par de veces llegar a un acuerdo, ofreciéndole una cantidad considerable de dinero. Sin embargo, el orgullo de Schlichtmann no lo dejó aceptar los montos ofrecidos por las dos empresas, además que considera que la situación tiene un transfondo que va más allá de lo monetario. Mientras tanto, el juicio seguía avanzando. Cuando debían testificar los familiares involucrados, el juez indicó que ello podría hacerles más daño y que ello solo procedería si es que el jurado lo decide.

El jurado decidió que la demanda siga contra la empresa W. R. Grace and Company, pero no contra Beatrice Foods por falta de evidencia. Asimismo, esta última le había ofrecido 20 millones de dólares, los cuales prácticamente fueron perdidos. Con la primera empresa, con quien seguía en pie la demanda, llegó a un acuerdo de 8 millones de dólares. Sin embargo, este dinero solo les alcazaba para pagar las deudas y dar una pequeña indemnización a los padres de familia: su firma de todos modos estaba en bancarrota. Además, esta decisión no fue del agrado de los padres de familia afectados, ya que ellos solo querían disculpas de los culpables de las muertes de sus hijos, no les importaba el dinero.

Luego, Schlichtmann, trabajando independientemente, decide recurrir a un potencial testigo de los derrames de desechos tóxicos. Este último opta por contarle la verdad y le da muchos datos importantes que inculparían a la empresa Beatrice Foods. Sin embargo, él ya no contaba con recursos económicos para apelar la decisión del juez. De esta manera, escribe a la Agencia de Protección Ambiental del Gobierno de Estados Unidos. Aquella toma el caso y decide recurrir a la apelación, ya con todas las de poder ganar el caso.

En las últimas escenas de la película en la que se ven envueltos los personajes anteriormente demandados, se cuenta mediante fotogramas el destino de las respectivas empresas con el resultado final de que ambas quebraron tras tener que costear las indemnizaciones y la limpieza total del área contaminada llevadas así a la bancarrota, mientras que Jan (quien trabaja actualmente en Boston para la EPA) prosiguió ejerciendo la abogacía en asuntos medioambientales al mismo tiempo que tardó varios años en pagar los créditos al banco.