Entrevista

Conmemoración de los 50 años del golpe de Estado

Rodrigo Bustos, director ejecutivo de Amnistía Internacional Chile: “Los medios de comunicación todavía no son lo cuestionadores que debiesen ser de lo que fue la dictadura y la violación a los derechos humanos”

El director de Amnistía Internacional Chile destacó que todavía existen medios que promueven el discurso negacionista. Además, habló sobre la falta de educación en colegios y a nivel cívico en torno a los Derechos Humanos, resaltando la importancia que esta posee para combatir este fenómeno.

Por Francisca Cares y Sofía Maldonado.

11 de septiembre de 2023

La conmemoración de los 50 años del golpe de Estado en Chile ha reactivado diversos discursos negacionistas. En el país, no existe una ley que prohíba los discursos que nieguen, justifiquen, minimicen o exalten las graves violaciones a los derechos humanos.   

Afirmaciones de diputados como Jorge Alessandri donde justifica el Golpe de Estado, ya que el país iba “por un camino peligroso”, o los polémicos dichos de la diputada Gloria Naveillán, que cuestionan la existencia violencia sexual en dictadura demuestran que las fuerzas políticas cada vez están más alejadas de la posibilidad de un acuerdo sobre lo ocurrido el 11 de septiembre.    

En conversación con Diario Constitucional, el director ejecutivo de Amnistía Internacional Chile, Rodrigo Bustos, explica qué es el negacionismo, cuál ha sido el rol de los medios de comunicación en el avance de este discurso y los desafíos en materia de protección a los derechos humanos. 

¿En qué consiste el discurso negacionista respecto a la dictadura?  

Es algo bastante difícil de separar lo que es el inicio de la dictadura, del inicio de la violación a los derechos humanos. El negacionismo tiene que ver con negar la existencia de la violación a los derechos humanos, con minimizarlas en algunos casos. Un ejemplo fue por la afirmación de una diputada recientemente, que habló de leyenda urbana respecto a la violencia sexual, de justificarla. Otro diputado, hace un buen tiempo atrás, señaló que “muy bien fusilados estaban los ejecutados en Pisagua». O bien incluso hay veces en que se hacen bromas con la violación a los derechos humanos. Son distintos los tipos de negacionismo que pueden existir y que se han producido en el contexto de esta conmemoración del golpe de Estado.  

Según una encuesta de la empresa Mori, en 2013 la adhesión del al régimen militar en Chile era del 18%. ¿Cómo explicas el auge de esto en los últimos 10 años?  

Probablemente, son varias las razones. Una de ellas tiene que ver con que, especialmente en los últimos años, los sectores que de alguna manera se han identificado más con el pinochetismo, han tenido muy buenos resultados electorales y eso ha implicado que han logrado cargos de poder relevantes y de mayor visibilidad. Yo diría que ese ascenso no se debió necesariamente o mayoritariamente a sus posturas sobre la dictadura cívica militar, o sobre la violación de derechos humanos. Ha tenido que ver más bien con sus posturas respecto a la inmigración, a la agenda de seguridad y delincuencia. Pero, finalmente, eso ha producido que muchas de las autoridades hoy en día en el Congreso, o en el Consejo Constitucional, son personas que se sienten muy cercanas a la dictadura de Augusto Pinochet. Otra razón probablemente tiene que ver con que los medios de comunicación. Todavía no son lo cuestionadores que debiesen ser de lo que fue la dictadura y la violación a los derechos humanos durante esta. Varios medios de comunicación actuaron de cómplices. Encubridores de actos de violación a los derechos humanos. Hoy, 50 años después, hay algunos medios que hacen de una especie de buzón y de eco de afirmación negacionista, sin cuestionar lo que realmente ocurrió en Chile. Y una tercera razón es que en los últimos 50 años y 33 años desde el término de la dictadura. Casi no se ha avanzado en educación en derechos humanos y educación cívica en todos los niveles educativos, y eso probablemente genera que haya mucho desconocimiento y falta de cuestionamiento, de análisis sobre lo que fuera la violación a los derechos humanos. 

¿Para ti existe una diferencia entre estar a favor de la dictadura y ser un negacionista de sus crímenes?  

Es bien complejo cuando se trata de disociar dictadura de violación a los derechos humanos. El consejero Luis Silva en algún momento dijo que, según él, Pinochet era un estadista, pero que no compartía lo que habían sido las violaciones a los derechos humanos. Es bien llamativo porque el mismo 11 de septiembre se bombardeó la moneda y empezaron la violación a los derechos humanos que continuaron hasta el año 1989, hasta el último día de la dictadura. Augusto Pinochet, que era el dictador, el que después, según la nueva Constitución, fue presidente de la República desde el año 1981. Era alguien que siempre decía él, era, de alguna manera, la Dirección nacional de inteligencia, que estaba a cargo de toda la represión más dura que se realizó en Chile. Él se reunía todos los días tempranito, con Manuel Contreras, el director de la DINA, para que le diera toda la información sobre lo que había sucedido el día anterior. Entonces, esta disociación entre un Pinochet jefe de Estado y supuestamente que se valoren en algunas cosas de su Gobierno de 17 años, versus la violación a los derechos humanos, es muy difícil de hacer y no es muy comprensible desde una perspectiva de una sociedad que cree en los derechos humanos. Creo que en general, en ningún país del mundo, cuando hay un régimen dictatorial tan brutal, se hace ese tipo de disociación de decir: bueno, en realidad fue un buen gobierno en varias cosas o en muchas cosas, pero también fue un Gobierno que torturó e hizo desaparecer. Y eso es como su manchita entre comillas.   

¿Qué medidas o acciones crees que podrían tomarse para reducir la propagación del negacionismo? ¿Debería ser responsabilidad del Estado o de la sociedad civil a asumir un papel protagónico en este esfuerzo?  

Bueno, sin lugar a duda hay un deber del Estado. Cuando el Estado viola los derechos humanos de la manera en que se hizo en Chile durante 17 años con crímenes de lesa humanidad, con violencia política sexual, con tortura, desapariciones, exilio y exonerados políticos. Lo que surgen son varios deberes para el Estado, de verdad, de esclarecer los hechos, de sancionarlos, de que haya justicia, de que haya en reparaciones integrales y de que haya garantías de no repetición. Por lo tanto, ahí hay un deber del Estado de mantener la memoria histórica respecto a las graves violaciones a los Derechos Humanos. De tener políticas educativas que refuercen la educación cívica y la educación en Derechos Humanos. Además, proteger y preservar los sitios de memoria, como la Corporación Parque por la Paz, Villa Grimaldi, José Domingo Cañas y muchos otros lugares que fueron centro de detención y de exterminio en todas las regiones del país, que pueden ser sitios de memoria. 

Es muy valorable que el Gobierno haya expropiado el inmueble que había sido un centro de tortura con prácticas de violencia sexual muy atroces, conoció como la Venda Sexy. Entonces ese es, sin lugar a duda, el camino correcto en el que debe avanzar el Estado. Pero yo te diría que, si bien hay un deber del Estado desde una perspectiva de Derechos Humanos, hay también un trabajo que es importante que hagan los medios de comunicación que fueron cómplices, encubridores de la dictadura, y que también de alguna manera tienen un rol muy relevante en cuáles son finalmente los valores que tenemos como sociedad. También de la ciudadanía y la sociedad civil en su conjunto hay un trabajo que es importante que se ha hecho mucho, que se sigue haciendo en el contexto de la conmemoración del golpe de Estado, de seguir reafirmando lo que en Chile sucedió, seguir trabajando por la defensa de los derechos humanos. 

¿Cuáles crees que son las implicaciones a largo plazo del negacionismo en la memoria histórica de Chile y en la reconciliación nacional a 50 años del golpe? 

Primero que nada, a mí me preocupa cuando escuchamos que no es bueno conmemorar fechas como esta porque divide. La verdad es que deberíamos tener ciertos mínimos comunes. Y el problema de que hoy día, en cierta medida estemos retrocediendo respecto a conmemoraciones anteriores del golpe de Estado, lo que ocurrió para la conmemoración de los 40 años o de los 30 años, es que los avances en derechos humanos son frágiles. Siempre puede ocurrir que haya un quiebre de la democracia o que haya violación a los Derechos Humanos y en la medida en que no tenemos memoria histórica, que no tenemos un piso común mínimo compartido, la verdad es que el riesgo de que las atrocidades vuelvan a ocurrir es mayor. Se aleja en el fondo de ese horizonte del nunca más, del que se habla mucho cuando se habla se aborda la violación a los Derechos Humanos. Ese es finalmente, el riesgo que enfrentamos como sociedad si relativizamos nuestras condenas o no somos cuestionadores de lo que fueron las violaciones de Derechos Humanos ocurridas en Chile. 

En otras entrevistas, tú te refieres a un relato común ¿A qué te refieres con este concepto que deberíamos tener en Chile? ¿Cómo ponernos de acuerdo con un relato común? 

Lo primero es decir que, en una sociedad democrática es normal y es sano que tengamos legítimas discrepancias sobre los proyectos políticos que queremos llevar a cabo, sobre cuál es el programa de gobierno que quisiéramos tener y sobre una serie de otras materias que son discutibles, donde es normal que tengamos diferencias. Sin embargo, cuando hablamos de, por ejemplo, todo lo que ocurrió en Chile a partir del mismo 11 de septiembre, cuando se bombardea la moneda y todo lo que sucede hasta 1990, que termina la dictadura con Estados de sitio permanente, con cierre del Congreso, proscripción de los partidos políticos, y restricciones muy intensas a la libertad de prensa. Persecución de periodistas y comunicadores sociales, además de todas las graves violaciones de Derechos Humanos que se cometieron. 38254 personas, prisioneras políticas y torturadas. 3216 ejecutados y desaparecidos. 2000 personas al menos exiliadas. Frente a eso debiéramos tener un relato común. Esos son acuerdos mínimos civilizatorios que debiéramos tener como sociedad. 

Considerando la polarización política actual. ¿Cómo ves la proyección a futuro en términos de como la sociedad chilena manejará el legado de la dictadura? ¿Qué desafíos y oportunidades anticipas?  

La verdad es que, de alguna manera, esto del avance del negacionismo no es un fenómeno solo de Chile. Es algo que ha ido fortaleciéndose ese tipo de discursos también en otros países de América Latina, y también en otros continentes. Y nuestro país, que en este año conmemora los 50 años del golpe, y a nivel mundial que el próximo 10 de diciembre se conmemoran los 75 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. La verdad es que la manera en que hemos debatido, la manera en que hemos visto que se ha enfrentado esta conmemoración de los 50 años del golpe de Estado, lo que nos muestra para el futuro es que tenemos mucho que trabajar. Aún falta ese rol de los medios de comunicación de abordar lo de la violación a los derechos humanos. De intentar promover valores vinculados con el respeto de la democracia y de la dignidad humana. Es todavía muy importante la educación de Derechos Humanos y la educación cívica, que es muy débil en los colegios. Probablemente lo que se va a requerir es que las nuevas generaciones tengan esos diálogos, tengamos esos debates que, por muchos años, lamentablemente han estado un poco bajo la alfombra.

 

Agregue su comentario

Agregue su Comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *