Grandes Juristas

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Paul Magnaud

Fue conocido a finales del siglo XIX como el «buen juez» por sus especiales sentencias.

Por Belén Altamirano, U. Central

Fue conocido a finales del siglo XIX como el «buen juez» por sus especiales sentencias, siempre dictadas individualizando las penas y basadas en la equidad más que en la rígida legislación de la época. Magnaud llegó a sorprender al mundo y se hizo famoso como el magistrado íntegro y piadoso, por ser un buen juez.

Paul Magnaud nació el 20 de mayo de 1848 en Francia, Bergerac (Dordogne), hijo de un funcionario, participó en la guerra franco-prusiana de 1870. Tras la contienda terminó sus estudios y comenzó su carrera judicial con la Tercera República francesa recién instaurada.

En 1887 es nombrado presidente del Tribunal de Château-Thierry, localidad a unos 90 km de Paris. Será en este tribunal donde el juez Paul Magnaud dictó una serie de resonantes decisiones judiciales, la más famosa de ellas fue, sin duda, la del caso Louise Ménard: una joven madre soltera, socialmente rechazada, con un hijo de 2 años, sin trabajo ni modo de sustento, sin comida durante dos días por lo que hurtó una barra de pan en una panadería en Charly-sur-Marne, cerca de Château-Thierry. El honrado panadero la denunció. Fue detenida y reconoció los hechos. La ley exigía una pena de cierta severidad. Pero el juez la absolvió.

El texto de la sentencia señaló que “(…) Considerando que el hambre priva a todo ser humano de la mayor parte de su facultad de libre de determinación y disminuye considerablemente la capacidad de distinguir entre los conceptos del bien y del mal.

Considerando que cualquier acto normalmente castigable, perderá su gravedad si su autor actúa con la necesidad imperiosa de adquirir lo que es indispensable para su subsistencia;

Considerando que en la acción de la imputada no puede identificarse ningún criterio para un acto deliberado de libre voluntad y declara que está dispuesta a reembolsar los daños y perjuicios de la demandante desde el primer empleo que se le ofrezca;

Considerando que, si existen condiciones patológicas, en particular las del embarazo, que suelen eximir de responsabilidad a los delincuentes que actúan sin necesidad, dicho beneficio debe atribuirse aún más a quienes cometen sus actos motivados por el instinto de hambre, por lo tanto, la Corte basada en el artículo 64 del Código Penal desestima la acusación contra Louise Ménard, y la absuelve de los cargos sin costas.”

Por lo que, el 4 de marzo de 1898, el tribunal presidido por Paul Magnaud dictó una sentencia absolutoria sobre la base de la coacción moral producida por el hambre que anulaba su voluntad de acuerdo con el artículo 64 del Código Penal francés vigente, una decisión basada en el principio del Estado de necesidad, pero legalmente discutible porque la aplicación del artículo 64 debía suponer una ausencia total de la voluntad por fuerza irresistible. Concretamente, el artículo 64 indicaba: «No hay crimen ni delito cuando el procesado se hallaba en estado de demencia al tiempo de cometer el hecho o cuando se vio cohibido por una fuerza a la que no pudo resistir».

Esta sentencia tuvo un gran impacto en Francia. La prensa se hizo eco del asunto y el 14 de marzo de 1898 Georges Clemenceau publicó en L’Aurore un artículo titulado Un buen juez, porque sin pretenderlo, tuvo la virtud de satisfacer los anhelos de justicia de un pueblo. Su fama traspasó las fronteras, sus sentencias, reproducidas en la prensa extranjera, coleccionadas después, vertidas a todos los idiomas del mundo civilizado, produjeron una emoción general.

Hasta 1906, el juez Magnaud dictó muchas sentencias innovadoras para la época, el cual trataban de diferentes temas como los accidentes industriales, la condición de la mujer y derechos, la delincuencia juvenil, la primera sentencia de divorcio de mutuo acuerdo, entre otros, sentencias revocadas por el Tribunal de Justicia de Amiens, salvo raras excepciones. Estas sentencias tuvieron una gran repercusión en Francia y en buena parte de Europa.

En julio de 1906 deja la judicatura al ser elegido diputado socialista radical del departamento del Sena. En política encontró muchas dificultades. Intentó una reorganización del Poder Judicial francés y otras propuestas de mejora en la justicia que fueron rechazadas. Regresó en 1910 como juez al tribunal del Sena y, posteriormente, fue nombrado asesor del tribunal de apelación de París.

Además, ante el tribunal de Château-Thierry presidido por Magnaud, la abogada Jeanne Chauvin actuará como una de las primeras en hacerlo como tal en Francia.

El juez Paul Magnaud, destacó y aplaudió la entrada de mujeres en la profesión jurídica como abogadas en 1900, incluso mostró la esperanza de que pronto pudieran convertirse en juezas y magistradas, cosa que sucedió en 1946, casi medio siglo más tarde (Ley 11 de abril de 1946).