En una reciente publicación del medio español Confilegal se da a conocer el artículo «Neuroderechos: Un escudo contra los abusos de la neurotecnología y la manipulación cerebral», por Carlos Berbell.
«La actividad mental es lo que nos hace humanos. Es nuestra esencia. Hay que proteger al cerebro contra los abusos de la neurotecnología. Los neuroderechos tienen que ser considerados derechos humanos de nuevo cuño».
De esta forma tan simple explicó el doctor Rafael Yuste, neurocientífico español, catedrático de la Columbia University de Nueva York y presidente de la Neurorights Foundation, la amenaza que representa la neurotecnología a un grupo de personas de diferentes ámbitos profesionales.
Lo que busca el profesor Yuste es asegurar que el avance de las neurotecnologías se haga respetando y salvaguardando los principios éticos fundamentales y los derechos humanos, de forma especial en lo que se refiere a la mente y la cognición humana.
El investigador fue uno de los promotores del proyecto BRAIN («Brain Research through Advancing Innovative Neurotechnologies» o Investigación Cerebral mediante el Avance de Neurotecnologías Innovadoras), impulsado en 2011 por el entonces presidente Barak Obama.
El objetivo del proyecto BRAIN era el de comprender el funcionamiento del cerebro humano mediante su investigación para curar enfermedades como el Alzheimer, la esquizofrenia, el autismo, la epilepsia y las lesiones cerebrales traumáticas.
LA NEUROTECNOLOGÍA PUEDE AFECTAR A LOS DERECHOS HUMANOS BÁSICOS
El doctor Yuste publicó en 2019 un experimento en el que mediante electrodos implantados en el cerebro de ratas podía hacer que los animales vieran cosas que en realidad no estaban ahí.
Consiguió demostrar que se podía controlar la actividad del cerebro, con lo que se abre la posibilidad de manipular, monitorizar o extraer información del cerebro sin consentimiento.
En opinión de este profesor, que comparten otros científicos del mundo, es solo cuestión de tiempo que pueda hacerse realidad. Ya se están haciendo experimentos con resultados positivos en esa dirección.
El análisis de esta información por medio de técnicas de «big data» y la capacidad de influir en las personas proporcionaría herramientas para el llamado neuromarketing, induciendo a la realización de ciertas compras.
Pero también podría aplicarse a otros ámbitos más delicados, como la política, afectando al sentido del voto y vulnerando así derechos humanos básicos.
Por ello es urgente definir y reconocer los neuroderechos de las personas.
Una preocupación que en España comparte la directora de la Agencia Española de Protección de Datos, Mar España,.
Entonces, y varias veces después, de forma pública, ha venido haciendo llamamientos públicos para afrontar este agujero negro en nuestra legislación.