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Amnistía Internacional explica cómo la historia de una mujer desencadenó en Irlanda un movimiento por el derecho al aborto.

Esther Major, asesora general de Investigación, Europa, del organismo arguye que cuando su familia dio a conocer con valentía su historia, ésta ganó enseguida los corazones de la opinión pública irlandesa, contribuyendo así a preparar el camino para el histórico referéndum de Irlanda.

31 de mayo de 2018

Esther Major, asesora general de Investigación, Europa, en Amnistía Internacional, expone el caso de Savita Halappanavar, que acudió al servicio de urgencias del Hospital Universitario de Galway cuando estaba embarazada de su primer hijo, en 2012. Allí le dijeron que iba a tener un aborto espontáneo y que existía el riesgo de infección. Los médicos informaron a Savita y a su familia de que, debido a la legislación, no podían intervenir hasta que su vida corriera peligro, y se negaron a practicarle el aborto que pidió. Como consecuencia de esta denegación de atención médica urgente, Savita murió.
“Fue el fin del mundo”, dijo Praveen, el esposo de Savita, tras la muerte de ésta.  De acuerdo a Major, la investigación sobre su muerte concluyó que la restrictiva posición constitucional de Irlanda sobre el aborto había sido un factor coadyuvante. El presidente independiente de la investigación, el profesor Sabaratnam Arulkumaran, confirmó ante una comisión del Parlamento irlandés en octubre de 2017 que, de no haber sido por la posición legal, se le habría practicado la interrupción del embarazo.
Luego la asesora arguye que como era de esperar, a la gente le indignó el carácter totalmente evitable de la trágica y prematura muerte de Savita. Cuando su familia dio a conocer con valentía su historia, ésta ganó enseguida los corazones de la opinión pública irlandesa, contribuyendo así a preparar el camino para el histórico referéndum de Irlanda. Hubo marchas al Parlamento, torrentes de mensajes indignados en las redes sociales y, quizá lo más importante, un ajuste de cuentas tardío en los medios de comunicación irlandeses, donde otras mujeres empezaron a dar a conocer sus propias experiencias a manos de este sistema cruel y anticuado.
Enseguida Major recuerda que Tara Flynn, actriz, humorista y escritora irlandesa, fue una de las primeras mujeres que rompieron el silencio contando públicamente su historia sobre el aborto cuando contó con valentía su historia en un evento para la campaña global de Amnistía Internacional sobre los derechos sexuales y reproductivos Mi Cuerpo Mis Derechos, en 2015.
Estas conversaciones, asegura, influyeron sin duda en el resultado de la votación. Las encuestas de salida la noche del referéndum mostraron que los factores que más influyeron en el voto fueron las historias personales de mujeres que habían divulgado los medios de comunicación y las experiencias de personas conocidas.
Sin duda, añade, cuando acudió a las urnas, la gente tenía en mente la historia de Savita y las de mujeres como ella. Aunque estas situaciones son extremas, crean el espacio para un debate público más compasivo para todas las personas. Estas conversaciones tienen una importancia fundamental para las mujeres corrientes que lidian cada día con las preguntas urgentes en torno al aborto.
La tendencia general, dice la asesora, es que los países del mundo reformen sus leyes y eliminen los obstáculos administrativos y prácticos para hacer más accesible el aborto sin riesgos. Sin embargo, hay Estados que conservan marcos jurídicos discriminatorios y peligrosos, donde, de nuevo, es la valentía y la desesperación de mujeres concretas las que han abierto un debate público sobre el aborto.
En El Salvador, relata Major, los casos de María Teresa Rivera y Teodora del Carmen Vásquez han puesto al país en el punto de mira. Ambas mujeres fueron encarceladas injustamente en El Salvador tras sufrir complicaciones en el embarazo. Este país es una de las pocas naciones que mantiene la prohibición total del aborto, y el estigma que existe en torno al aborto es tan extremo que las mujeres que sufren un aborto espontáneo son inmediatamente sospechosas.
María Teresa fue condenada a 40 años de cárcel. Tras ser excarcelada, vive actualmente en Suecia, donde le han concedido asilo debido a la persecución a que la someten las draconianas leyes sobre el aborto. María Teresa lucha contra la penalización del aborto y envió un conmovedor mensaje de s olidaridad a las mujeres de Irlanda, pidiendo a la población que votara “sí” a la reforma de la Constitución.
Teodora, que ha salido en libertad este año, se ha comprometido a luchar por las mujeres encarceladas injustamente, como ella y María Teresa.
La asesora cree que cada mujer que alza la voz y busca justicia libera a otras para hagan lo mismo. Han cautivado la imaginación del público y nos han recordado a todas las personas las circunstancias insostenibles y peligrosas en torno al aborto que muchas mujeres sufren aún innecesariamente y a las que debemos poner fin.
Por último, destaca que como muestran los resultados arrolladoramente positivos del referéndum de Irlanda, las cosas no volverán a ser nunca igual gracias a estas mujeres. Gracias a su valentía, la vergüenza que rodea el aborto se ha desplazado al lugar al que pertenece realmente: al Estado, por negar el acceso a un aborto sin riesgos.

 

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