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«La Teoría del Doble Efecto», por Gustavo Balmaceda.

Esta teoría encuentra aplicabilidad en el derecho penal a través de su influencia en la atribución de responsabilidad penal, especialmente en casos donde se contemplan conceptos como el dolo eventual, la legítima defensa y el estado de necesidad.

14 de marzo de 2024

La Teoría del Doble Efecto (TDE), arraigada en la filosofía moral medieval de Santo Tomás de Aquino, representa un criterio ético y jurídico fundamental para el análisis de acciones que, siendo únicas, desencadenan simultáneamente consecuencias tanto positivas como negativas. Esta doctrina, que trasciende los confines teológicos para integrarse en el derecho penal contemporáneo, proporciona un marco para evaluar la licitud y moralidad de conductas cuyos resultados pueden divergir en su valor ético.

En su esencia, la TDE sostiene que una acción que produce efectos dobles —uno benéfico y otro pernicioso— puede ser considerada moralmente aceptable bajo ciertas condiciones: primero, la acción per se debe ser intrínsecamente buena o, al menos, moralmente neutra; segundo, la intención primaria del agente debe ser la consecución del efecto positivo, relegando el efecto negativo a un resultado colateral no deseado; tercero, el efecto malo no debe ser el medio para alcanzar el efecto benéfico; y cuarto, debe existir una proporcionalidad razonable entre el bien procurado y el mal inadvertidamente generado.

Esta teoría encuentra aplicabilidad en el derecho penal a través de su influencia en la atribución de responsabilidad penal, especialmente en casos donde se contemplan conceptos como el dolo eventual, la legítima defensa y el estado de necesidad. Ejemplificativamente, en la práctica médica, la administración de analgésicos en dosis elevadas para mitigar el sufrimiento de un paciente terminal, aun conociendo la potencial aceleración de la muerte, puede ser eximida de responsabilidad penal si se ajusta a los criterios de la TDE, al priorizar el alivio del dolor sobre el efecto secundario no intencionado.

No obstante, la implementación de la TDE en el ámbito penal no está exenta de desafíos y controversias. Críticas se centran en la dificultad de discernir con precisión entre intenciones y efectos meramente previstos, así como en la evaluación de la proporcionalidad entre el beneficio y el daño causado. La distinción entre efectos directos e indirectos, particularmente en escenarios donde las consecuencias de las acciones no son previsibles con claridad, agrega complejidad a su aplicación jurídica.

Pese a estas dificultades, la TDE permanece como un recurso valioso en el razonamiento jurídico, destacando la importancia de la intencionalidad y la proporcionalidad en la evaluación de la culpabilidad. Es crucial, por tanto, un análisis meticuloso de las circunstancias individuales de cada caso, considerando la naturaleza de la acción, la intención del agente y la relación entre los efectos bueno y malo.

En conclusión, la Teoría del Doble Efecto se erige como un instrumento filosófico y jurídico de indudable valor para discernir la licitud de conductas con resultados ambivalentes en el derecho penal. Su aplicación demanda un escrutinio riguroso de la intención del agente y la proporcionalidad entre los efectos generados, resaltando la complejidad inherente al análisis de la moralidad y legalidad de las acciones humanas en el marco de la justicia penal.

 

Prof. Dr. Gustavo Balmaceda Hoyos

Tutores Derecho Capacitaciones / GBAbogados

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