Artículos de Opinión

Chile 2023: el cierre del Proceso Constitucional.

Dichos resultados nos dicen que la diferencia entre ambas opciones terminó siendo mucho más amplia de lo que se esperaba. Entonces, en una primera aproximación, y tomando en consideración que esta es la segunda vez que Chile rechaza una propuesta de Nueva Constitución, podemos afirmar que estamos ante un rotundo fracaso de la clase política chilena que impulsó la aprobación de una Nueva Constitución, primero desde la izquierda y ahora desde la derecha.

El domingo 17 de diciembre 15 millones de chilenos concurrieron a las urnas para decidir si estaban de acuerdo con la propuesta de Nueva Constitución redactada por el Consejo Constitucional, luego de 5 meses de intenso trabajo, razón por la que esta elección también fue conocida como el “Segundo Plebiscito de Salida”. Así, de acuerdo al artículo 159 de la Constitución vigente los chilenos debían responder la siguiente pregunta: ¿Esta usted a favor o en contra del texto de Nueva Constitución?

Los resultados

De acuerdo a los datos publicados por el Servicio Electoral de Chile (SERVEL), luego de escrutar casi el 100% de las mesas de votación, la opción EN CONTRA obtuvo el 55,76% de los votos frente a la opción A FAVOR que alcanzó el 44,24% de las preferencias. Cabe precisar que en esta oportunidad el nivel de participación fue del 85% y el porcentaje de votos blancos y nulos alcanzó el 5%.

Fracaso constitucional

Dichos resultados nos dicen que la diferencia entre ambas opciones terminó siendo mucho más amplia de lo que se esperaba. Entonces, en una primera aproximación, y tomando en consideración que esta es la segunda vez que Chile rechaza una propuesta de Nueva Constitución, podemos afirmar que estamos ante un rotundo fracaso de la clase política chilena que impulsó la aprobación de una Nueva Constitución, primero desde la izquierda y ahora desde la derecha.

En esta oportunidad, la gran perdedora ha sido la derecha que no tuvo la capacidad para conducir exitosamente este Segundo Plebiscito de Salida[1]. Es más, en términos estrictamente partidarios podemos afirmar que el gran responsable de este descalabro ha sido el Partido Republicado, que tuvo la oportunidad histórica (la misma que tuvo la izquierda en el Primer Plebiscito de Salida) de elaborar una propuesta de Nueva Constitución que busque la unidad y el consenso -dejando de lado el fundamentalismo ideológico que obstaculiza todo proceso de diálogo- pero que simplemente no lo hizo.

En esa misma línea, es justo señalar que la responsabilidad también recae sobre la centro derecha que pudo convertirse en el puente entre el Partido Republicano y la social democracia (buscando ampliar el respaldo político/electoral en las urnas) pero que terminó absolutamente alineada con el partido de José Antonio Kast.

Por el otro lado, si bien la izquierda y centro izquierda pueden sentir que lograron frenar una Nueva Constitución hecha desde una perspectiva conservadora, y que ello, tomando en consideración los bajos niveles de popularidad del presidente Boric y aliados, puede ser considerado una victoria, lo cierto es que la misma no niega el fracaso descomunal que también han experimentado como sector político. Decimos ello porque la idea de Nueva Constitución ha sido -desde el inicio- una demanda originaria de la izquierda para cambiar la “Constitución de Pinochet” y que hoy, paradójicamente, como movimiento social/político ha preferido quedarse con “la herencia constitucional de Pinochet” que votar por una propuesta nacida en el seno de una democracia.

Revanchas y contradicciones

Ahora bien, para quienes hemos seguido desde un inicio el proceso constitucional chileno queda claro -como también lo reconocen todos los sectores políticos- que el elector llegó cansado del debate constitucional a esta última etapa del proceso. Como bien lo recordara Rocío Montes, una “fatiga constitucional” se instaló entre el electorado. Es más, la propia derecha que estaba A FAVOR de la propuesta indicaba que había que aprobarla -más allá de los contenidos programáticos de la Nueva Constitución- justamente para “cerrar esta cuestión”. Por su parte, el oficialismo y sus aliados que estaban EN CONTRA prometieron cerrar este proceso al menos en el corto y mediano plazo.

Sin embargo, lo más curioso de todo esto -si una repasa la historia política chilena de los últimos años- es que al final del día fue la extrema derecha (la misma que nunca estuvo de acuerdo en cambiar la Constitución de Pinochet) la que terminó promoviendo con mayor entusiasmo que se apruebe la Nueva Constitución. En la otra orilla, encontramos a la izquierda y centro izquierda, que desde el fin de la dictadura de Pinochet en 1990 luchó por reemplazar la Carta Política vigente de 1980, y que ahora apostó porque la misma se mantenga porque consideran que la Nueva Constitución, cuya redacción ha sido obra del Partido Republicano, es igual o más conservadora que la actual, sobre todo en materia de libertades y derechos sociales.

En todo caso, a mi juicio, ha sido la izquierda y centro izquierda el sector que mayores contradicciones ha presentado durante este último tramo del proceso constitucional. Decimos ello pues, por ejemplo, para justificar su oposición a la Nueva Constitución se atrevieron a decir que la actual Constitución no es la de Pinochet, sino la del ex presidente Ricardo Lagos, quien en 2005 hizo las más grandes reformas y, de hecho, el texto actual lleva su firma. Sin embargo, este nuevo discurso contradice abiertamente todos los argumentos que durante décadas la izquierda y centro izquierda se esforzaron por instalar en el imaginario colectivo de la sociedad chilena.

Voto castigo

Ahora bien, otra forma de entender este segundo fracaso en el proceso constitucional está relacionado con el rechazo que los chilenos sienten por toda la clase política. Como hemos visto previamente, las continuas contradicciones, pugnas y revanchas registradas entre derechas e izquierdas, ha generado un clima propicio para ir en contra del establishment político chileno. Y es que ambas, derechas e izquierdas, enfrascadas en sus diferencias y sectarismos ideológicos, no han sido capaces de dirigir prudentemente al pueblo chileno por el camino de la unidad y la concertación, como paso previo para la aprobación de una Nueva Constitución.

En esa línea, después de cuatro años y dos plebiscitos constitucionales, los chilenos perciben que están peor que antes: “más polarizados, con una situación económica compleja, con más inseguridad ciudadana, más desconfianza en las instituciones y una mayor rabia frente a la política. Para la mayoría de los chilenos, la política de derecha y de izquierda, no ha sabido responder a la demanda de los ciudadanos, y su polarización solo ha debilitado a su democracia” como bien lo apunta Sylvia Eizaguirre. En síntesis, es como si el resultado de este Segundo Plebiscito de Salida no fuese más que un síntoma o consecuencia de esta grave crisis de representación política por la que atraviesa Chile y la gran mayoría de países de la región.

Lecciones

Por lo antes expuesto, y con los matices que cada proceso político en particular presenta, pareciera que los errores que en su momento cometió la izquierda y centro izquierda (que motivó que el 62% de los chilenos rechazara su propuesta de Nueva Constitución), fueron replicados por la derecha y centro derecha en este Segundo Plebiscito de Salida. Así, ahora fueron el Partido Republicano y sus aliados en el Concejo Constitucional quienes olvidaron lo siguiente: a) Que no se puede aprobar un nuevo texto constitucional desconociendo el peso histórico que la centroderecha y la centroizquierda tienen en la sociedad chilena y b) Que Chile tiene un centro electoral que no se identifica con un solo partido, que tiene ciudadanos que buscan cambios, pero no a la rápida, ni a tontas ni a locas. Que exige claridad, liderazgos responsables, con tonos amigables y no combativos. Un centro que pide que no lo ignoren, como lo habíamos apuntado en setiembre del año pasado luego del Primer Plebiscito de Salida.

Apunte final

En suma, pareciera, como lo ha señalado la ex presidenta Michelle Bachelet, en los días previos a la jornada del 17 de diciembre, que existe un centro cívico chileno (electoralmente fuerte, diría yo) que sabe distinguir entre lo que está mal y lo que considera puede estar peor. Se trata de ese centro cívico que le dijo no a la Nueva Constitución propuesta por la izquierda y que le ha dicho también no a la Nueva Constitución propuesta por la derecha.

Ahora ha llegado el momento de cerrar (para unos) o poner en pausa (para otros) el proceso constitucional chileno. En todo caso, luego de cuatro años de debate constitucional y dos intentos por aprobar una Nueva Constitución que supere a la Carta Política heredada por Pinochet y reformada en 2005 por el ex presidente Ricardo Lagos, creo que Chile, más temprano que tarde, tendrá un nuevo contrato social que se traducirá en la aprobación de una Nueva Constitución, pero que la misma no será el resultado del triunfo de una facción (de derecha o izquierda) sino el producto de un proceso de diálogo y concertación que para ser exitoso deberá contar con el respaldo electoral de todo o casi todo el espectro político chileno. (Santiago, 19 de diciembre de 2023)

 

[1] Recordemos que de los 50 miembros del Consejo Constitucional 22 forman parte del Partido Republicano identificado con la extrema derecha chilena.

Agregue su comentario

Agregue su Comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *