Artículos de Opinión

“Estados Unidos v/s Billie Holiday”.

“The United States v/s Billie Holiday” comienza con una triste melodía de piano de fondo y la imagen de una fotografía en blanco y negro, donde figuran varios hombres blancos de pie, con el cadáver de un afroamericano en el suelo, con la siguiente leyenda: “En 1937, un proyecto de ley para, por fin, prohibir los linchamientos de afroamericanos fue considerado por el Senado… no fue aprobado. Billie Holiday subió a la fama, en parte, por su canción ‘Strange Fruit´, una descripción lírica y horripilante de un linchamiento.”

Si bien el cine se ha concebido tradicionalmente como un medio destinado a la entretención, no se puede desconocer que ha sido una herramienta que permite a los/las artistas visualizar las problemáticas que han afectado a la sociedad desde tiempos inmemoriales. Siendo imposible contar una historia humana sin vincularla a situaciones legales, judiciales o contractuales, de una u otra forma la cinematografía aborda el fenómeno jurídico, toda vez que nos representa la vida en comunidad desde una perspectiva distinta.

Así ha ocurrido, en efecto, con la libertad de expresión, el racismo, la discriminación y la (in)justicia en materia penal, temáticas intensamente jurídicas que son presentadas a la audiencia- ya sea desde en forma de drama, musical o documental-, en ellas se trata la afectación de los derechos fundamentales – por lo general, de grupos específicos o ciertas minorías-, manteniendo en suspenso hasta el final al público, tal como ocurre con las películas Matar un ruiseñor (1962), The green book (2018), Good nigth and good luck (2005) y Conviction (2010).  El film Estados Unidos v/s Billie Holiday aborda todos estos tópicos de un modo tal que no sólo aporta una visión interesante del séptimo arte frente al derecho, sino que también aproxima a la audiencia, por medio de la ficción, a importantes sucesos históricos, los cuales no deben ser olvidados pero tampoco deben ser repetidos, nunca.

Para entender mejor la película Estados Unidos v/s Billie Holiday resulta importante tener presente el impacto que causó la canción Strange Fruit. En el año 1939, Abel Meerpol -luego de ver una foto de linchamientos[1]– compone Strange Fruit[2], la cual se popularizó en los círculos de la izquierda estadounidense, convirtiéndose en un lema del movimiento por los derechos civiles, impactando tanto en el mundo del espectáculo como en la cultura popular. Es así como esta pieza musical -que trata sobre el cuerpo de un negro colgando de un árbol-, confronta la imagen pastoral del sur de EE.UU. con la realidad de los linchamientos, los cuales se llevaban a cabo aun cuando no hubiera un crimen previo, transformándose en verdaderos entretenimientos familiares para la población blanca.

Cuando Billie Holiday estrenó el tema Strange Fruit en el Café Society[3], dejó enmudecida a la audiencia. Pese a que le tocó cargar con el prejuicio de que, por ser mujer afroamericana y no formar parte de la elite intelectual, no sería capaz de entender el nivel de abstracción del tema, logra interpretarlo con tal emoción que ya no es sólo la cantante de jazz negra que seducía al público, convulsionándolo al punto de hacerlo sentir a los pies del árbol del cual colgaban los cuerpos, creando conciencia sobre los horrores que padecían los afroamericanos. En el año 1978 la grabación de esta canción ingresó al Salón de la Fama de los Grammy, siendo llamada La canción del Siglo por la Revista Time.

La película se centra en una entrevista que se realiza en el año 1957 a Billie Holiday (también conocida como Lady Day), por el periodista radial Reginald Lord Devin, a lo largo de la cual queda se tocan temas como el racismo, la vida privada de la cantante (siendo que era de conocimiento público su adicción a la heroína y su promiscuidad), y la censura; con énfasis en sus problemas con el gobierno a raíz de la canción “Strange Fruit”, cuestionando su renuencia a dejar de interpretarla, a lo que ella responde que ese tema molesta a las autoridades porque les recuerda que están matando a los negros, y que hacen creer que es una guerra contra las drogas, cuando en verdad es una persecución en su contra por cantar sobre el linchamiento, concluyendo la entrevista con la frase “quieren que deje de cantar lo que llevo en el corazón”. Vale traer a colación un extracto del primer diálogo entre ambos:

RLD: Dime dime, ¿qué se siente ser una mujer de color?

BH: ¿Le harías una pregunta como esa a Dorys Day?[4]

RLD: Pues Dorys Day no es de color, tontita (se ríe). Quiero hablar de “Strange Fruit”. Sí, “Strange Fruit”. Mi público está muy interesado. Siempre te metes en problemas por eso, pero estás decidida a seguir cantándola, ¡alborotadora!

BH: ¿Has visto un linchamiento? Trata de DD.HH. El gobierno olvida eso a veces…”

Luego, se vuelve al año 1947, ubicándose en el Café Society, donde muestran los intentos del marido y del manager de la artista -ambos amigos del agente Harry Anslinger-, de convencerla de dejar de cantar Strange Fruit. Es ahí donde tiene su primera aparición Jimmy Fletcher, hombre de color que simula ser un soldado admirador de la artista. Aslinger solicita al Senado aprobar su presupuesto, ya que las drogas y los negros contaminan la gran civilización americana, la música jazz es obra del demonio y es necesario detener a Holiday, ya que se niega a dejar de cantar Strange Fruit, pese a las advertencias, lo que es una provocación para la gente, pues es una incitación para los movimientos civiles. Puesto que no la pueden encarcelar por ser negra ni entonar un himno “subversivo”, se acuerda perseguirla por su adicción a las drogas. Por su parte, y según lo ordenado por su cónyuge y su manager, Lady Day saca Strange Fruit de sus presentaciones.

A propósito de una pregunta sobre un presunto amorío con Tallulah Bankhead[5], destaca una escena en que ambas se reúnen en un hotel y Billy Holiday discute con un empleado de color, quien le impide abordar el ascensor por ser negra, y le conmina a usar el elevador de servicio para no perder su trabajo. Molesta, ella le encara que ese lugar está lleno de lesbianas, insistiendo en el ingreso del ascensor, momento en el funcionario le recuerda que, en el sur del país, mucha gente es linchada por menos. Lady Day abandona el hotel llorando y Tallulah, impotente, no puede ayudar en nada. A raíz de este incidente, empieza a cantar de nuevo Strange Fruit en público, desafiando a su marido, su mánager y las autoridades, siendo interrumpida por la policía en sus presentaciones, debiendo huir para no ser arrestada. Sin embargo, pronto es sorprendida mientras consumía drogas, siendo detenida; es en ese instante cuando descubre que Fletcher, su seguidor, era agente del FBI.

Como consecuencia de ello, se inicia el juicio Estados Unidos v/s Billie Holiday, donde es procesada por su adicción a las drogas, supuestamente, para llegar al origen de las mismas; empero, era claro que el real objetivo era evitar que siguiera cantando Strange Fruit. En su declaración, en vez de delatar a su proveedor de heroína, solicita ser enviada a un hospital, pues ella reconoce estar enferma; sin embargo, el juez la envía prisión por un año y un día. La pena impuesta, además de ser desproporcional a la conducta antijurídica perseguida, resulta irracional, pues deja en evidencia que Billy Holiday está siendo castigada para evitar que siga cantando Strange Fruit y no por su vinculación con los traficantes ni para apartarla del consumo problemático de sustancias; de lo contrario, al haber una patología de por medio, su sanción pudo ser perfectamente la aplicación de una medida de seguridad aparejada a un tratamiento de rehabilitación (sobre todo si la misma acusada pide ayuda para recuperar su salud), y no una larga estadía en un recinto penitenciario.

A la luz de lo expuesto por Beccaria en su Tratado de los delitos y de las penas, particularmente sobre el origen de las penas, el derecho de castigar del soberano y sus consecuencias, la proporción entre los delitos y las penas, la tranquilidad pública, el fin de las penas y la justificación de la prisión, no caben dudas que, en este caso, el veredicto que condena a la artista se aleja del verdadero objetivo del derecho penal, pues se priva de libertad a una mujer negra que no ha cometido delito alguno, por el sólo hecho de padecer de un problema de salud mental, aplicándole un correctivo que le causa un daño mayor.

Es así como la encarcelación por adicción se convierte en la única vía que permite a la autoridad restringir la libertad de expresión de Billy Holiday para “proteger a la sociedad de las pasiones populares”, configurándose una situación que se aleja de la justicia y se asemeja al abuso de poder; el derecho penal se vuelve una herramienta que se usa en contra de la libertad de expresión y la pena se nos presenta como un instrumento a través del cual, el juez en el ejercicio de sus funciones, no castiga una conducta punible, sino que censura a las ideas, al arte y, por qué no decirlo, a los sentimientos.

Sin más, la justicia se muestra a disposición del poder para reprimir a quienes piensan distintos, estableciendo por esta vía, una forma de control social y una línea de conducta que parece moralmente admisible; el juez se aleja de la concepción de Ulpiano de justicia, y en vez de encargarse de otorgar a cada uno lo suyo, se transforma en un operador político más.

Mientras Billy Holiday está recluida, Anslinger reconoce ante Fletcher que no tienen nada en contra de la artista, sino que buscan impedir que siga cantando un tema que es antipatriótico y que provoca a la gente de manera equivocada. Fletcher visita a Billy Holiday y le advierte que están buscando la forma de hacerle caer. Cumplida su condena, Billy Holiday vuelve a los escenarios: en su primer show, y pese al requerimiento del público, decide no cantar Strange Fruit. Se reactiva la persecución por parte de Anslinger, quien le quita a Lady Day su licencia para cantar, lo que la lleva a actuar de manera clandestina. Durante un período de abstinencia, su nuevo socio y novio le carga opio y la entrega al FBI, debiendo enfrentar un nuevo juicio, del cual sale absuelta gracias a la declaración de Fletcher.

Lady Day inicia una gira por Estados Unidos, siendo escoltada por Fletcher por orden del FBI. Allí comienza a consumir nuevamente heroína, y surge un romance entre ambos. En una parada que realizan en un campo, escuchan llantos; al acercarse, ven una cruz quemada y el cuerpo de una mujer negra colgando de un árbol con un cartel que decía “se hizo justicia” mientras una niña grita “papá baja a mamá del árbol”, lo que genera una crisis en la cantante. En su siguiente presentación vuelve a cantar “Strange Fruit” ante un teatro lleno, lo que fue visto por la prensa como un acto de valor y desafío a la autoridad y al Ku Klux Klan.

El romance entre Fletcher y Billy Holiday termina de mala forma. Ella abandona la banda y se casa con otro hombre, comienza una gira en Europa y, por su adicción a la heroína, nuevamente es detenida por el FBI, liberada por falta de antecedentes. Con el paso del tiempo, su condición de salud se deteriora, se separa de su marido y vuelve al lado de Fletcher. Mientras se encontraba agonizando, los agentes del FBI trataron de inculpar a Billy Holiday de posesión de heroína y buscaron la forma de vincularla con el narcotráfico, sin tener buenos resultados. Al terminar la película, se reseña que con fecha 17 de julio de 1959 muere Billie Holiday a los 44 años; los agentes de narcóticos declararon que habían encontrado heroína y la arrestaron mientras moría, luciendo su cadáver esposado a la cama.

Durante el desarrollo de la película está latente el tema de la discriminación racial, alcanzando su máxima expresión cuando son los propios afrodescendientes (el empleado del hotel, Fletcher y las parejas de Lady Day) quienes la ejercen en contra de una mujer de su misma raza, actuando por temor a las consecuencias que pueden tener al no obedecer las instrucciones dadas por sus superiores blancos, dando un trato vejatorio a sus pares en razón de su color de piel, sin importar su estatus social, popularidad, u orientación sexual. Vale destacar que la protagonista no es un ser anormal ni una psicópata, sino que es una artista que interpreta una canción que, según la autoridad, afecta el bien común; dado que esta conducta sólo es reprochable moralmente, se le persigue y tienden trampas, a fin de aplicarle el máximo rigor de la ley aun cuando no exista una conducta típica que se le pueda imputar.

Por cierto, cuando el gobierno de EE.UU. le prohíbe a Billy Holiday cantar Strange Fruit, su intención no era otra que impedir que, a través de la música, profesara su postura frente a los linchamientos, desafiando tanto las concepciones establecidas (especialmente en relación a las constantes vulneraciones de los derechos humanos de la población negra, manifestada en concreto en los actos de linchamiento), como la institucionalidad existente (que validaba esas prácticas). A través de la censura, la autoridad pretende establecer un límite entre lo moralmente aceptable y aquello que puede ser considerado como una ofensa a la sociedad, ya que la forma de manifestar su pensamiento, con su voz, es escandalosa, pecaminosa y, por lo tanto, debe ser vetada, corregida políticamente y perseguida hasta su muerte, literalmente.

Es aquí cuando vienen a los dichos de Stuart Mill, quien en On Liberty, postula que el individuo tiene libertad de acción sobre todo aquello que no afecte a los demás, teniendo como única limitación válida causar perjuicios a los demás; sólo en este caso, la conducta de una persona se vuelve justiciable, de lo contrario, ni siquiera debe dar cuenta de sus acciones. Tratándose de Billy Holiday, el Estado -quien tiene el deber de proteger la autonomía de los individuos- ejerce represión bruscamente, afectando su libertad de pensamiento y de expresión, impidiéndole actuar conforme a su propia voluntad. Sin embargo, la rebeldía de la protagonista no sólo permitió crear conciencia en sus coetáneos sobre sus derechos civiles, sino que además ayudó con la creación de la memoria histórica a través de su arte, aun cuando eso significó quedar totalmente desamparada por el derecho y la justicia y ser víctima del poder estatal por ser considerada una “amenaza”.

Como reflexión final, resulta válido preguntarse: si Frank Sinatra (hombre y blanco) hubiese interpretado Strange Fruit, ¿lo habrían censurado de la misma forma como lo hicieron con Lady Day? ¿Lo hubiesen perseguido por su vida personal -caracterizada por las infidelidades, quiebres familiares, alcoholismo, drogadicción, prostitución, e incluso relaciones con la mafia-, para procesarlo por una conducta que no es calificada por el ordenamiento jurídico como delito y, de ese modo, impedirle cantar por ser un mal ejemplo para la sociedad de EE.UU? Lo más probable es que la respuesta a esa interrogante sea NO. (Santiago, 31 de enero de 2024)

 

Referencias bibliográficas

Tesis Doctoral de Juan Fernando GARCÍA ARANCIBIA, titulada Tradiciones, vanguardias y aspectos transculturales en el Jazz Occidental de la segunda mitad del siglo XX. El período de la libertad en el jazz (1955-1967), U. de Granada, 2017.

Johann HARI, Chasing the scream: the first and last day of the war on drugs (Editorial Boomsbuty, 2015)

Leon F. LITWAK titulado Perros de presa, publicado como introducción al libro Without Sanctuary. Lynching Photography in America, Ed. Twin Palm Publishers, 1999

Benjamín RIVAYA, La libertad de expresión en el cine, año N° 15, N° 25, 2011.

Benjamín RIVAYA. Algunas preguntas sobre derecho y cine, Anuario de filosofía del derecho, N° 26, 2010.

José Manuel RIOS CORBACHO, Los fines de la pena a través del cine: Aspectos filosóficos y penales, AFDUC, 15, 2011.

Norberto HERNANDEZ JIMENEZ, Cine y teorías criminológicas, Revista Academia & Derecho, 9(16)

Cesare BECCARIA, Tratado de los delitos y de las penas, Universidad Carlos III de Madrid, 2015

John STUART MILL, Sobre la libertad, Freeditorial, 2016.

 

[1] Linchamiento de Thomas Shipp y Abran Smith  https://www.alamy.es/foto-el-linchamiento-de-los-afroamericanos-thomas-shipp-y-abram-smith-marion-indiana-1930-90830970.html

https://www.elmundo.es/comunidad-valenciana/2016/05/26/57469bf6e5fdeae5348b465b.html

[2] “Strange fruit” (letra original)

Southern trees bear a strange fruit
Blood on the leaves and blood at the root
Black bodies swingin’ in the Southern breeze
Strange fruit hangin’ from the poplar trees

Pastoral scene of the gallant South
The bulgin’ eyes and the twisted mouth
Scent of magnolias sweet and fresh
Then the sudden smell of burnin’ flesh

Here is a fruit for the crows to pluck
For the rain to gather
For the wind to suck
For the sun to rot
For the tree to drop
Here is a strange and bitter crop

[3] Club nocturno ubicado en Nueva York, que funcionó entre 1938 y 1948, creado con la intención de exhibir el talento afroamericano. Fue el primer club interracial de EE.UU., tratando a todos los clientes por igual.

[4] Actriz y cantante de jazz estadounidense (blanca)

[5] Actriz de cine, televisión y teatro estadounidense (blanca)

Agregue su comentario

Agregue su Comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

  1. Excelente reflexión en torno a una artista de talento sin límites, y una canción potente y estremecedora. Muy interesante el análisis desde la mirada de la ley y la justicia, permite enriquecer la mirada y el debate en estos temas.