Artículos de Opinión

Los bancos en las sombras y su contribución a la inestabilidad del sistema financiero.

Los bancos en las sombras son atractivos en el mercado porque permiten eludir las regulaciones más estrictas impuestas a los bancos tradicionales, los cuales están sujetos a un estricto control sobre los préstamos que otorgan. Los aumentos en los requisitos de liquidez y reserva de capital de los bancos tradicionales hacen que los bancos en las sombras sean más competitivos y destacados en el mercado financiero.

Los bancos en las sombras pueden ser definidos como aquellas entidades que realizan actividades de intermediación crediticia (total o parcialmente) fuera del sistema bancario tradicional (Consejo de Estabilidad Financiera, 2018). Este sector requiere atención porque, en su mayor momento, casi supera la cantidad de activos de los bancos tradicionales, abarcando alrededor de 8 billones de dólares o USD 8.000.000.000.000 (Moe, 2012), vale decir, casi 25 veces el PIB de Chile del año 2021 (Banco Mundial, 2022).

Los bancos en las sombras son atractivos en el mercado porque permiten eludir las regulaciones más estrictas impuestas a los bancos tradicionales, los cuales están sujetos a un estricto control sobre los préstamos que otorgan. Los aumentos en los requisitos de liquidez y reserva de capital de los bancos tradicionales hacen que los bancos en las sombras sean más competitivos y destacados en el mercado financiero. Asimismo, los bancos en las sombras ofrecen más opciones de inversión y precios más convenientes para consumidores y empresas, puesto que aquellos persiguen mayores rendimientos a costa de introducir instrumentos financieros más riesgosos. Por ejemplo, las carteras de los bancos en las sombras se vinculan a hipotecas, papeles comerciales, cuentas por cobrar de bancos convencionales u otros mercados regulados de préstamos a corto plazo (Shen, 2016).

Según Andrews (2017), pueden ser considerados como bancos en las sombras: los fondos de inversión del mercado monetario (money market mutual funds), los fondos de inversión del mercado inmobiliario (Real Estate Investment Trusts o REITs), las sociedades instrumentales de propósito especial (special purpose vehicles), las sociedades vehiculares de papel comercial respaldadas por activos (asset backed commercial paper conduits), los fondos de cobertura crediticia (credit hedge funds), entre otras entidades que persigan, principalmente, la intermediación crediticia entre un inversor que quiere rentabilizar sus fondos y un inversionista que busque recuperar su dinero en un corto plazo e invertir esos fondos en activos con vencimientos a largo plazo.

En este contexto, la banca en la sombra incluye bancos no tradicionales que se dedican a la intermediación crediticia. La actividad más común de los bancos tradicionales es el “transporte de capital”, que incluye captar depósitos directamente de los ahorradores y conceder a cambio pagos de intereses a los consumidores. Estos pagos de intereses se conceden a los consumidores porque los bancos utilizan estos depósitos y ofrecen préstamos a los prestatarios. Esta operación, en la que el banco pone en contacto a ahorradores y prestatarios, se denomina “intermediación financiera”. Sin embargo, a diferencia de los bancos tradicionales, la banca en la sombra no capta depósitos directamente de los ahorradores. Conectan a ahorradores y prestatarios a través de otros instrumentos financieros, o sea, la banca en la sombra realiza la “intermediación financiera” indirectamente (Adrian y Hyun, 2009).

Además, otra característica de los bancos en las sombras es que estos operan con instrumentos financieros de alto riesgo, son muy dependientes de los préstamos con fondos a corto plazo y sus inversiones suelen depender de un excesivo endeudamiento, sus operaciones no están suficientemente supervisadas por los organismos reguladores y carecen de los mecanismos gubernamentales de rescate de última instancia con los que cuenta la banca tradicional.

Esta última afirmación se debe a que los bancos en la sombra carecen de un mecanismo de rescate, que incluye el seguro de los depositantes por parte del gobierno y un prestamista de última instancia (Lender of Last Resort o LOLR) por parte del Banco Central, al contrario que los bancos tradicionales. En consecuencia, contribuye más al colapso del sistema financiero a través de conductas perjudiciales que los bancos tradicionales. Incluso, se ha analizado la posibilidad de establecer un fondo de liquidez global: un proveedor de liquidez privatizado de último recurso para los bancos en las sombras que complemente el canal de liquidez existente centrado en la red de bancos centrales (Shen Wei, 2016).

En otro orden de ideas, la regulación en el sector bancario en la sombra se realiza a través del arbitraje regulatorio y no a través de la regulación del capital como en los bancos tradicionales. Los bancos en la sombra no están sujetos a los requisitos de capital establecidos para el sector bancario oficial.  El hecho de no estar sujeto a la regulación del capital permite al sector de la banca en la sombra practicar ambigüedades o insuficiencias, y también permite la migración de los bancos al sector en la sombra. Una de las principales reivindicaciones es la necesidad de incluir la banca en la sombra como un sector sujeto a la regulación del capital, puesto que los requisitos de capital establecidos en los Acuerdos de Basilea III -conjunto de medidas acordadas internacionalmente que el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea ha desarrollado en respuesta a la crisis financiera 2008- solo se aplican a los bancos internacionales y no a los bancos en las sombras. Por lo tanto, los bancos en las sombras no están obligados en la actualidad a poseer capitales para absorber pérdidas asociadas con un aumento del riesgo sistémico.

Ahora bien, cabe señalar que la interconexión de los bancos en las sombras y los bancos tradicionales aumenta la fragilidad de ambos sectores. Como resultado, es probable que una crisis en la banca tradicional conduzca a una crisis en los bancos en las sombras, dado que los negocios de los bancos en las sombras están vinculados al sistema bancario formal a través de una red de  interconexiones, en forma de diversos vehículos de financiación, canales de financiación y técnicas de riesgo compartido. La mayor parte de los bancos en las sombras operan en las economías de los países desarrollados y una pequeña proporción lo hace en las economías de los países emergentes. Dado que los bancos en las sombras operan en las economías de mayor tamaño, una crisis en la banca en la sombra tiene la capacidad de causar efectos sistémicos negativos a nivel mundial.

También es necesario destacar que los productos financieros con los que operan cuentan con una opacidad que queda fuera de la mira de los organismos reguladores, ya que se trata de transacciones privadas. Asimismo, el sistema financiero tiene una velocidad de innovación que supera ampliamente la capacidad de reacción de los organismos reguladores. Inclusive, los bancos que pertenecen al sector regulado suelen tener ramas de inversión que forman parte de la banca en la sombra, y con frecuencia prestan o piden prestado a este sector en operaciones fuera de balance de alcance mundial bajo condiciones de alto riesgo y alta rentabilidad.

En síntesis, los bancos en la sombra son los sustitutos o equivalentes funcionales de los bancos. Prestan los mismos servicios que los bancos. Se dedican a la intermediación crediticia (transformación de vencimientos, transformación de liquidez, transferencia del riesgo de crédito) y también agrupan y fraccionan activos como hacen los bancos. Tienen grandes conexiones con los bancos (interconexión), ya que los bancos los utilizan para operar fuera de balance (off-balance) con menos nivel de transparencia, normalmente un mero registro.

En consecuencia, los bancos en la sombra sólo pueden “hacerse visibles” mientras actúan al margen de las instituciones reguladas, ya que cuando las instituciones reguladas, como los bancos, se relacionan con ellos, aparecen requisitos mínimos de capital y respaldos transitorios que hacen que, en esos casos, los bancos en la sombra se incorporen a la categoría bancaria de intermediarios financieros. Por lo tanto, quién desarrolla la actividad financiera es una preocupación importante. Se trata de una vía de escape de los bancos para dedicarse a actividades sustancialmente iguales pero arriesgadas (Tucker, 2012).

En conclusión, es de vital importancia lograr una coordinación de las regulaciones financieras de carácter internacional para poder resolver el problema los bancos en las sombras, toda vez que los riesgos asociados con la intermediación financiera de la banca en la sombra están fuera del alcance de las herramientas de política pública y los instrumentos regulatorios actualmente vigentes, porque los bancos en las sombras son el producto de la desregulación del sector bancario formal y el arbitraje regulatorio empleado por los bancos tradicionales para evitar las restricciones legales y la supervisión de los países en donde estos últimos operan. (Santiago, 11 enero 2023)

 

REFERENCIAS

Adrian, Tobias y Hyun Song Shin (2009) “Financial Intermediaries and Monetary Economics”. Federal Reserve Bank of New York Staff Report, 398.

Andrews, Peter (2017). «Shadow banking – the potential risks and rewards». Insight – Financial Conduct Authority.

Banco Mundial (2023). Base de Datos – Chile. 

Consejo de Estabilidad Financiera (2018). Global Shadow Banking Monitoring Report 2017. Financial Stability Board (FSB).

Moe, Thorvald Grung (2012). «Shadow Banking and the Limits of Central Bank Liquidity Support: How to Achieve a Better Balance between Global and Official Liquidity». Levy Economics Institute of Bard College, 712 (40).

Shen Wei (2016), Shadow Banking in China: Risk, Regulation and Policy. Edward Elgar Publishing (EEP).

Tucker, Paul (2012). “Shadow Banking: Thoughts for a Possible Policy Agenda”. Bank of England.

 

 

 

 

 

 

 

 

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