Es casi ya una  característica del estilo que toda saga de novelas o películas, luego de su aparente final, continúe con una “precuela”. Star Wars, El Señor de los Anillos, X – Men y muchas otras, son obras que luego de relatar una historia en presente real o ficticio, se remontan al pasado para explicar sus orígenes.
Pues bien, nuestra serie de columnas ¿Cómo reconocer a un Neoconstitucionalista? no ha querido ser menos e inaugura con este capítulo una sucesión de apartados orientados a analizar uno de los que a nuestro juicio ha sido de los principales afluentes de las corrientes neoconstitucionalistas.
Indagando en la historia reciente del pensamiento jurídico hemos detectado la existencia de un movimiento que presenta notorias similitudes con el Neoconstitucionalismo, particularmente con su Teoría del Derecho, aunque también con sus otras variantes: se trata del “Movimiento del Derecho Libre”.
Dichas semejanzas no son aisladas. Sin mucha dificultad sería posible encontrar similitudes entre las ideas neoconstitucionalistas y otras líneas de pensamiento. Lo interesante de este nexo Neoconstitucionalismo–Movimiento del Derecho Libre radica en que las coincidencias no se producen en puntos insulares o inconexos sino que alcanzan algunos de los principales elementos con que cada uno construye su imagen del fenómeno jurídico. Lo anterior nos induce a pensar que el Neoconstitucionalismo se ubica dentro de una tradición jurídica de reacciones antiformalistas (y contracodificadoras) cuya principal novedad es que construye su estrategia argumentativa a partir de un hecho que no necesariamente causó, pero que luego sí alimentó: la existencia de constituciones plenamente normativas. En tal sentido, como suele pensarse, ni la mentada crisis de la ley, ni todas las tesis que se asocian al Neoconstitucionalismo surgen con la claridad que hoy ostentan o la novedad que se les atribuye, luego de la segunda post guerra. Ergo, este neo constitucionalismo sería novedoso como Filosofía Política (aunque compartiendo gran parte de sus diagnósticos y propuestas con el garantismo) pero no tanto como Teoría del Derecho, Metodología del mismo o Ciencia Jurídica.
Esta hipótesis, desde la perspectiva de la historia de las ideas, podría parecer superficial e inoficiosa pues  -en estricto rigor- prácticamente no hay concepto o noción empleado en la actualidad que haya sido inmune al influjo de las decenas de siglos del pensamiento humano. Con todo y aunque reconocemos que toda comparación es arbitraria en tanto no depende de la naturaleza de los elementos comparados sino de los criterios que mayor o menor discrecionalidad determine el observador, pareciera ser que las semejanzas entre el Movimiento del Derecho Libre y los neoconstitucionalismos son sustantivas e insoslayables y no dependen simplemente de reminiscencias de doctrinas pretéritas.
Adicionalmente, nuestra inquietud encuentra un buen aval en un hecho puntual. La frontera doctrinaria (incluso ideológica) que separa la vigencia de ambas doctrinas está marcada por la presencia de un portentoso jurista que proyectó su pensamiento (juicios y prejuicios) en el ADN de gran parte del mundo jurídico occidental. Nos referimos a Hans Kelsen, ferviente opositor al Movimiento del Derecho Libre, que intentó neutralizar la proliferación de doctrinas similares a través de su propuesta de una Teoría Pura del Derecho. Sin embargo, en la actualidad –ya hemos constatado- gozan de excelente salud muchas de las ideas que aquel brillante profesor vienés quiso desterrar del pensamiento jurídico y del Derecho vigente.
A comprobar la hipótesis que presentamos en este capítulo nos dedicaremos en las próximas entregas de esta nueva serie de columnas.