Escriben: «Breves nociones sobre las bases neurológicas del agresor sexual, y la impostergable necesidad de incorporar mayores herramientas psiquiátricas al momento de juzgar sus crímenes».
El documento concluye que no solo se trataría de exigir un cambio profundizado de normas procesales y políticas criminales, sino un cambio de mentalidad a nivel socio-cultural.